Tenaz, compasivo, carismático
Los líderes mundiales ensalzan la figura de Kofi Annan, exsecretario de la ONU y Nobel de la paz, fallecido a los 80 años
Fue el primer subsahariano en dirigir la ONU y el primero elegido de dentro de la organización, a la que le dedicó toda su vida profesional con una media sonrisa y una tenaz entereza. El ghanés Kofi Annan, que murió ayer en Ginebra a los 80 años, pasará a la historia como uno de los diplomáticos más populares y respetados de las últimas décadas y un símbolo de un mundo más multilateral y en el que el Norte y el Sur no viven permanentemente de espaldas.
Líderes de todo el mundo, y de ideologías muy contrapuestas entre sí, destacaron en las últimas horas la figura de un hombre elegante, de mucho temple, paciencia y con mano izquierda, que será recordado entre otras cosas por oponerse con valentía a la guerra de Irak, por el Nobel de la Paz que recibió en el 2001 conjuntamente con la ONU y por su lucha permanente para mantener, precisamente, a esta organización mundial a flote en una etapa, finales de los noventa e inicios de la primera década del siglo XXI, en la que sufrió numerosas crisis. En perspectiva, muchas de sus decisiones fueron acertadas en un periodo (1997-2007) en el que el mundo no había acabado de asumir el desplome de la Unión Soviética y tenía que hacer frente al terrorismo global, con los ataques a las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono del 11 de septiembre del 2001.
“Allá donde había sufrimiento o necesidad, allá acudía para estrechar la mano de la gente con su profunda compasión y empatía”, recordó ayer la fundación que lleva su nombre y que anunció la muerte del mandatario, fallecido por una rápida enfermedad de la que no se dieron más detalles.
“Kofi Annan me inspiró a mí y a muchos con sus ideas, sus fuertes convicciones y carisma y supo propagar entusiasmo, especialmente entre los más jóvenes”, elooptimismo” gió la canciller alemana, Angela Merkel. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, lamentó el deceso de un “viejo amigo e inspiración”. “No olvidaremos nunca ni su mirada tranquila y resuelta ni la fuerza de sus luchas”, añadió el presidente francés, Emmanuel Macron. Por su parte, el jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, destacó que Annan fue un “gran humanista” y ensalzó “su legado para seguir trabajando a favor de la paz, la seguridad y por reforzar la defensa de los #DerechosHumanos”. Uno de los elogios más encendidos llegó de la mano de Vladímir Putin en una carta dirigida al actual secretario general de la ONU, el portugués António Guterres: “He admirado sinceramente –expresó el presidente ruso– su sabiduría, coraje y capacidad de tomar decisiones reposadas incluso en las situaciones más complejas”. Desde Estados Unidos, y en sus ocho primeros tuits del día, Donald Trump no hizo ninguna referencia a Annan. El expresidente Barack Obama, en cambio, subrayó en un comunicado la “integridad, persistencia y de quien “representó la ONU como pocos”.
Los homenajes tienen, si cabe, más valía en tanto que, cuando hizo falta, Annan se enfrentó a los hombres y mujeres más poderosos del planeta cuando creyó que no estaban haciendo bien su trabajo. El año pasado, sin ir más lejos, en una conferencia en París sobre el cambio climático espetó a los líderes mundiales que estaban haciendo “dejación de funciones”. Con todo, su momento más crítico llegó con la guerra de Irak, cuando la ONU se negó a dar luz verde al ataque encabezado por Estados Unidos y el Reino Unido y secundado por España, entre otros países, que defendían que Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva. “Mi momento más oscuro fue la guerra de Irak y el hecho de que no pudimos pararla”, confesó en el 2013, diez años más tarde del conflicto. “Creo que el Consejo de Seguridad hizo lo correcto no
Primer subsahariano en dirigir la ONU, Annan tuvo que lidiar con la era postsoviética y el terrorismo global
Se enfrentó a George W. Bush por la guerra de Irak: “Fue mi momento más oscuro, no pude pararla”
dando luz verde a la guerra. ¿Cómo hubiera quedado nuestra reputación?”, dijo en otra ocasión. Su enfrentamiento con la Administración americana, la que más contribuye al presupuesto de la ONU, fue incesante.
Su legado, coinciden todas las voces que le han elogiado, fue fortalecer unas Naciones Unidas cada vez más preocupadas en asegurar procesos de paz en territorios sacudidos por guerras y en apuntalar el desarrollo en aquellos países acribillados por el hambre y las crisis naturales.