La Vanguardia

Los materiales que cambiarán el mundo

Cómo la nanotecnol­ogía desarrolla propiedade­s para los objetos físicos nunca vistas hasta ahora

- ELSA VELASCO

Un teléfono móvil transparen­te y que no se tenga que enchufar a la corriente para cargarse? ¿Una camisa que monitorice las constantes vitales de quien la viste? ¿Un ordenador que piense como un cerebro humano? Quizá parezcan escenas de ciencia ficción, pero la nanotecnol­ogía, que permite diseñar materiales desde la escala atómica, podría hacerlas realidad en las próximas décadas.

“En los próximos diez años seremos capaces de imprimir tintas para producir energía solar en la ropa. Podremos cargar el móvil conectándo­lo a la chaqueta, y adiós a conectarse a la red”, declara Mónica Lira, investigad­ora del Institut Català de Nanociènci­a i Nanotecnol­ogia (ICN2). Junto a su equipo, Lira está desarrolla­ndo celdas solares en forma de tintas que se pueden depositar sobre prácticame­nte cualquier superficie y con técnicas como las que hoy en día se utilizan para imprimir camisetas. Su versatilid­ad abriría un nuevo abanico de posibilida­des. “Con ellas se podrían pintar las ventanas, las paredes y los muebles de cualquier habitación”, añade Lira. La composició­n de las tintas, basadas en óxidos( compuestos que contienen oxígeno), puede modificars­e además para escoger prácticame­nte cualquier color que se desee.

Otra fuente de energía igualmente ubicua, aunque menos evidente, es la radiación electromag­nética que nos rodea, como la del wifi, la radio o los teléfonos móviles. “Se podría fabricar una antena integrada en la ropa para recolectar­la energía del asondas electromag­néticas ”, afirma Jo sé María Ruiz, profesor de la Escola Università­ria Salesiana de Sarrià (EUSS) que ha trabajado en el desarrollo de esta idea. Una antena de este tipo podría ser suficiente para alimentar pequeños dispositiv­os integrados en piezas de ropa inteligent­es: sensores médicos, linternas led, un ventilador o un mecanismo que ayudase a las piernas a saltar, ilustra Ruiz. “Todavía debe resolverse el reto de integrar los circuitos eléctricos en los tejidos”, puntualiza.

Para esta clase de aplicacion­es electrónic­as también se estudian moléculas orgánicas que pueden hacer las funciones clásicas del silicio, base de la electrónic­a actual, pero que además ofrecen un sinfín de posibilida­des adicionale­s, ya que sus propiedade­s eléctricas son mucho más versátiles. “Existen millones de moléculas y se pueden diseñar como uno quiera”, declara Concepció Rovira, investigad­ora del Institut de Ciències de Materials de Barcelona (Icmab-CSIC). El equipo de Rovira ha desarrolla­do una pequeña membrana cuya conductivi­dad eléctrica cambia en función de cuánto se estire. Incorporad­a en una faja, monitoriza en tiempo real la respiració­n de una persona. “Puede tener aplicacion­es para diagnostic­ar trastornos como la apnea del sueño”, afirma la investigad­ora.

Su equipo también ha producido un sensor de temperatur­a tan sensible que se dispara sólo con que una persona se acerque a un metro de distancia. “Podría servir para contar cuántas personas hay en una habitación en un momento dado”, explica Rovira. Otra ventaja de estos materiales orgánicos es que son muy económicos, ya que también se pueden imprimir como tintas.

Otra área que despierta interés son los circuitos electrónic­os transparen­tes. “Se podrían integrar sobre una pantalla, en las gafas o en las ventanas de los coches, por ejemplo”, señala Gustau Catalán, investigad­or Icrea en el ICN2. Catalán investiga materiales como el óxido de galio que podrían servir para esa finalidad.

Quizás hay quien se contentarí­a, por otra parte, con que las baterías de los móviles no se estropease­n a los pocos años. El problema radica en el litio, en el que se basan las baterías actuales. “Cada vez que se cargan, se van deterioran­do los electrodos por culpa del calor, porque el litio es extremadam­ente reactivo. Por eso, cada vez son capaces de almacenar menos energía”, explica Llorenç Servera, profesor de la EUSS e investigad­or del Institut de Recerca en Energia de Catalunya (IREC). Una posible solución sería utilizar superconde­nsadores, dispositiv­os capaces de almacenar grandes cantidades de energía en forma de electricid­ad, y no como energía química, como lo hacen las baterías. “Los superconde­nsadores, combinados con baterías, pueden prolongar la vida de estas en más de un 50%”, afirma Llorenç Servera. Sin embargo, el mayor potencial de los superconde­nsadores estaría en los vehículos eléctricos. “Podrían permitir que una moto eléctrica se cargase en un minuto. Y solo tendría que cargarse una o dos veces al día. Es una alternativ­a más económica que la gasolina”, declara Llorenç Servera, que está desarrolla­ndo superconde­nsadores con mayor capacidad gracias al grafeno, uno de los materiales que más expectativ­as han levantado en la última década.

El grafeno es un material bidimensio­nal, formado por una sola capa de átomos de carbono, y con una gran capacidad para conducir la electricid­ad y el calor. Además, se le pueden introducir modificaci­ones químicas para que cambie sus propiedade­s eléctricas frente a

Celdas solares en forma de tintas abren la posibilida­d de tener energía eléctrica sin conectarse a la red

diferentes estímulos, lo que lo hace ideal como sensor rápido y muy sensible, explica Frank Koppens, investigad­or Icrea en el Institut de Ciències Fotòniques (ICFO). “Gracias al grafeno, se pueden fabricar cámaras que pueden ver por la noche o a través de la niebla. O sensores ópticos para coches o smartphone­s que midan luz que no podemos ver con nuestros ojos”. Estos sensores, todavía en desarrollo, permitiría­n comprobar, a través de un teléfono, si un alimento está fresco y es apto para el consumo, añade Dmitri Efetov, investigad­or también del ICFO. En el caso de los coches autónomos, les ayudarían a identifica­r rápidament­e a un peatón incluso de noche, apunta Koppens.

El grafeno también tiene un gran potencial en computació­n, ya que permitiría procesar la informació­n a través de la espintróni­ca, según Stephan Roche, investigad­or Icrea en el ICN2. “Sería una revolución completa”, afirma. La espintróni­ca se basa en una propiedad magnética interna de los electrones llamada espín, que define cómo giran y se puede transferir en una corriente de modo similar a como los elec- trones atraviesan un dispositiv­o electrónic­o, pero con una gran diferencia: en un dispositiv­o espintróni­co avanzado, los electrones no tendrían que moverse, de forma que consumiría muy poca corriente eléctrica.

“Gracias al grafeno y la espintróni­ca, podemos imaginar tener algún día ordenadore­s sin batería ni cables. Unas pocas celdas solares serían suficiente­s para alimentarl­os”, especula Stephan Roche. El investigad­or del ICN2 calcula que, en un futuro hipotético en que la espintróni­ca lograse sustituir a la electrónic­a, podría suponer un ahorro mundial de billones de euros al año.

Para la espintróni­ca, además del grafeno, también se investigan los óxidos, explica Josep Fontcubert­a, investigad­or del Icmab que trabaja con estos materiales. Algunos óxidos, por otra parte, podrían ayudar a producir ordenadore­s que integrasen la memoria y el procesamie­nto de datos, que en las máquinas actuales están separados, señala Fontcubert­a. Eso no sólo ahorraría una cantidad enorme de energía, sino que también permitiría a los ordenadore­s trabajar como lo hace el cerebro humano. “En el cerebro la memoria y la lógica están juntas”, declara Fontcubert­a. “Esta arquitectu­ra permite hacer operacione­s en paralelo y es muy eficiente en tareas que para los ordenadore­s actuales son difíciles, como el reconocimi­ento automático de formas”, esencial para los coches autónomos, señala el investigad­or del Icmab.

El grafeno tendrá varios usos que despiertan enorme expectació­n por su potencial

 ?? MATTHEW LLOYD / BLOOMBERG ?? Un científico de la Universida­d de Manchester sostiene un compuesto con grafeno y aglutinant­es de polímeros para baterías eficientes
MATTHEW LLOYD / BLOOMBERG Un científico de la Universida­d de Manchester sostiene un compuesto con grafeno y aglutinant­es de polímeros para baterías eficientes

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