Vecinos de la Barceloneta intensifican sus protestas
Más de 500 personas cortan los accesos al barrio para exigir al gobierno de Ada Colau que ponga fin a la creciente inseguridad
La indignación ciudadana está desbordando la Barceloneta. Y esto no es más que el principio. Docenas de vecinos del que fue el barrio más marinero de Barcelona volvieron ayer a concentrarse en la plaza de la iglesia de Sant Miquel del Port, tal y como hicieron el pasado jueves, y, después de volver a contarse los unos a los otros que no recuerdan un verano peor, un verano más sucio, incómodo y peligroso que este que vivimos, volvieron a cortar el tráfico de la avenida Joan de Borbó. Alrededor de 500 personas caminaron luego sobre el asfalto, muy despacio, hacia las inmediaciones del Museu d’Història de Catalunya, donde también interrumpieron el paso de los vehículos. Durante la protesta no se produjeron incidentes realmente importantes, aunque sí varios momentos de tensión y discusiones entre vecivisto nos del barrio y vendedores ambulantes, turistas que pedaleaban sobre bicicletas de alquiler y también gente que quería pasar. Luego los vecinos se dirigieron al paseo Marítim.
Antes los manifestantes se conjuraron para que la manifestación de ayer no quedara en una anécdota, en otro episodio veraniego. En la Barceloneta la gente se viene manifestando desde el verano del año 2014. Ahora muchos pretenden montar una protesta al menos cada semana: otro corte de tráfico, una marcha hasta la plaza Sant Jaume, una excursión al barrio Raval para juntarse con los vecinos del otro lado de la Rambla hartos de los narcopisos... Su objetivo es mantener la tensión más allá del verano. La situación del barrio, a su entender, exige mucho más que meros paliativos. A la protesta también se sumaron algunos vecinos de la Vila Olímpica, otro barrio que también sufre los desmanes del verano.
“¡Más policía, menos chorizos!”, fue uno de los gritos más coreados por los vecinos. Porque en la Barceloneta los vecinos están hartos de encontrarse gente durmiendo en los parterres, de tropezarse con borrachos que les increpan sin motivo cuando están paseando al perro por la mañana, de que ladrones que nunca habían hasta ahora por sus calles esperen a la gente mayor que sale de misa para robarles lo que sea de un tirón... Y, encima, dicen, uno de los nuevos ladrones tiene ahora un arma de fuego. “Mi sobrina vio como atracaba a una turista en la plaza del mercado”. Fotografías, rumores y comentarios no cesan de correr estos días por las redes sociales, de alimentar todo este creciente malestar vecinal. Algunos ya insisten en la necesidad de tomarse la justicia por su cuenta.
“¡Colau, dimite, la Barceloneta no te admite!”. Cada vez son más los vecinos que responsabilizan de la mayor parte de sus males a la alcaldesa Ada Colau. Y es que la mayoría no olvida que los comunes arrancaron la campaña electoral que les condujo a la alcaldía con un mitin junto al mercado del barrio. Entonces la candidata Colau prometió a los vecinos que les devolvería su barrio. Aquel compromiso es hoy día un agravio. Además, la alcaldesa Colau está pasando de puntillas por esta crisis. Su agenda está copada de cuestiones de mayor calado. Gala Pin, la concejal del distrito de Ciutat Vella, sí que se acercó unos minutos al barrio, y conversó con los primeros vecinos en llegar a la plaza de la iglesia. Pin aún tiene más tablas como activista que como política. Luego los ánimos se caldearon demasiado.
Algunos líderes de la oposición reaccionaron. El republicano Alfred Bosch dijo que ya hace un mes le pidieron una vez más al gobierno de Colau que había que tomar medidas especiales en la Barceloneta. “Los vecinos se quejan con razón. Parece que el gobierno les haya abandonado”. Jaume Collboni, del PSC, también quiso subrayar la inacción de los comunes. “Lamentablemente siempre que hay problemas la alcaldesa desaparece”. El popular Alberto Fernández exigió al Ayuntamiento, y también a la Generalitat, al menos cien días de actuaciones policiales contundentes que devuelvan la seguridad al barrio.
Los manifestantes se conjuran para montar al menos una movilización por semana de manera indefinida