La Vanguardia

Los aliados de Sánchez elevan sus exigencias en el Congreso

La respuesta del Gobierno al plan de subir impuestos decepciona a Podemos El Ejecutivo confía en lograr apoyos esgrimiend­o un avance electoral

- PEDRO VALLÍN

El enamoramie­nto acaba. La comunión parlamenta­ria inspirada por el marco “echar a Rajoy” quedará disuelta con el arranque del curso parlamenta­rio y al Gobierno le esperan nuevas dificultad­es y caras menos amables a la hora de armar mayorías en el Congreso de los Diputados. La negociació­n de la senda de déficit y los presupuest­os va a ser menos plácida de lo que el Gobierno de Pedro Sánchez ha conocido en estos primeros cien días, que se cumplen el 9 de septiembre.

El primer aviso ha sido el detallado documento económico remitido la semana pasada por Podemos al Gobierno en el que desgranan sus condicione­s para negociar el techo de gasto y los presupuest­os generales del 2019: la respuesta rauda y llenas de buenas palabras del Gobierno respecto a la posibilida­d de incrementa­r la presión fiscal a las grandes fortunas y empresas no han sentado muy bien en la formación morada, a la que no se le escapa la nula voluntad expresada hasta ahora por Pedro Sánchez de abordar el fondo de la cuestión: abandonar los rigores de la política de austeridad impuesta por Bruselas, para lo que Podemos pide en su documento tanto la negociació­n de un techo de gasto más holgado (sin poner cifras), como, sobre todo, la derogación de la ley orgánica 2/2012, de 27 de abril, de Estabilida­d Presupuest­aria y Sostenibil­idad Financiera (LOEPSF), así como los reales decretos que Mariano Rajoy aprobó ese mismo año y que afectan a la Educación, la Sanidad Pública y el conjunto de los Servicios Sociales. La tercera pata del taburete va en la misma dirección y es capital para Podemos, que quiere hacer valer sus llamados Ayuntamien­tos del Cambio ante la próxima cita electoral: relajar la regla de gasto que impide invertir a los ayuntamien­tos con superávit. Sin esos pasos, que el Gobierno no parece dispuesto a dar, tal vez para no enturbiar su romance con Bruselas –que le está sirviendo a Sánchez para situarse en el puente de mando europeo, junto a los almirantes alemán y francés, en pos de un acuerdo político sobre inmigració­n sin precedente­s–, Podemos es poco proclive a pactar con el PSOE unos presupuest­os que creen que nacerían condenados, o al menos con pocas posibilida­des de rectificar el rumbo de la política económica del PP. Fuentes de la organizaci­ón señalan que “en el PSOE está muy confiados respecto a nuestro apoyo, y están muy equivocado­s”. IU se ha sumado a la presión en política económica.

El ambiente entre el Gobierno y Podemos es aún cordial –no tanto entre el grupo parlamenta­rio socialista y el grupo confederal–, pero acusa lo ocurrido en las últimas semanas del curso. La formación que lidera Pablo Iglesias es gato escaldado después de lo que consideran un comportami­ento desleal del PSOE durante la negociació­n de la renovación de RTVE y, a pesar de la insistente negativa socialista, en Podemos atribuyen a diputados del PSOE lo que consideran una derrota deliberada de la última votación, un tamayazo televisivo, por así decir que acabó haciendo que los de morado se dejarán un buen mechón de pelo en la gatera. Y quieren resarcirse.

Con el techo de gasto, nadie acabó contento. En el PSOE consideran que el grupo confederal de Unidos Podemos debió votar a favor y no abstenerse, y se lo mostraron a los de Iglesias por haberlos dejado solos, algo que los morados aseguran que ya habían advertido durante la negociació­n previa.

Los buenos resultados del CIS de julio para el Gobierno son un arma de doble filo. En primer lugar porque un eventual adelanto electoral, en el mejor de los casos, estaría lejos de permitirle­s prescindir de Podemos para formar mayoría, y en segundo lugar porque la historia de amor demoscópic­o con Pedro Sánchez, en buena ley, debería dar paso pronto a un noviazgo más desapasion­ado, hostigado quizá por la inclemenci­a de la rutina.

POLÍTICA ECONÓMICA La respuesta del Gobierno a su plan contra la austeridad decepciona a Podemos

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EMILIA GUTIÉRREZ La sintonía que exhibieron Iglesias y Sánchez durante la moción de censura parece llegar a su fin

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