La Vanguardia

¿Sabe alguien adónde va?

- Antoni Puigverd

Hablando ayer del adjetivo alpino dejé para hoy la significac­ión más obvia que tiene para nosotros tal palabra. Alpino es una veterana marca de lápices de colores. Con ellos, muchas generacion­es aprendiero­n a pintar los primeros dibujos escolares. Precisamen­te el pasado verano, esta marca, que sigue muy activa en el mercado, triunfó en las redes sociales gracias a la astucia con que el gabinete de comunicaci­ón aprovechó uno de esos típicos tuits de humor blanco que gustan a todos; y que todo el mundo retuitea: “Pasan los años y sigo sin saber qué es lo que estaba a 10 km”, escribió alguien.

El tuit se refería al cartelito amarillo con la inscripció­n “10 km” colocada en la parte alta del lápiz rojo que aparece en el clásico dibujo de las cajas Alpino. Recordemos el dibujo: en primer término, el gran lápiz rojo y un cervatillo; en segundo término, unos prados verdes flanqueado­s por abetos. Al fondo, montañas nevadas. Arriba, en mayúsculas rojas sobre cielo azul, el nombre de la marca.

Los usuarios de la red (me pregunto de dónde sale tanta gente ociosa dispuesta a obedecer al primer toque de silbato) comenzaron a dar en masa respuestas más o menos graciosas a la pregunta de los “10 km”. Y el gabinete de comunicaci­ón de Alpino los incentivó astutament­e al afirmar que, si pasaban de 5.000 likes, explicaría­n el secreto de cartel. En un santiamén se llegó a la cifra exigida. Muchos de los participan­tes coincidier­on en que 10 km es la longitud de la línea que se podría pintar con un lápiz Alpino; y otros muchos aprovechar­on la ocasión para practicar el típico humor sudado de las redes. Todo el mundo esperaba la respuesta oficial.

En Facebook, tras agradecer la propaganda gratuita (para ser exactos, dijo: “Nos ha encantado vuestra originalid­ad”), Alpino daba una explicació­n que, tras la expectativ­a creada, sólo podía ser decepciona­nte. Al parecer, los hermanos Masat de Girona, que en 1933 idearon estos lápices, estaban enamorados de los Alpes y quisieron que el dibujo corporativ­o se inspirara en esa cadena montañosa. Ahora bien: el cartelito de los 10 km no indicaba un lugar real, sino “un pueblo imaginario”.

Los dibujos actuales de las cajas de colores Alpino, siendo muy parecidos a los antiguos, han cambiado. Ha desapareci­do, precisamen­te, el pueblecito “imaginario”, situado al fondo del prado, a que se refería el cartelito. Por consiguien­te, ahora los 10 kilómetros ya no hacen referencia a un pueblo imaginario, sino a un lugar inexistent­e. Y esto convierte el dibujo de los Alpino en un silencioso manifiesto del mundo contemporá­neo, en una versión dibujada de aquella pertinente pregunta de Jacques, el fatalista de Diderot. En un tiempo que desconocía las colas de las autopistas y colapsos en los aeropuerto­s, Jacques emprende un quijotesco viaje con su amo y observa el ansia, el follón y el malestar de los caminos de su tiempo. Empieza el narrador del cuento preguntánd­ose: “¿Sabe alguien adónde va?”.

Me pregunto de dónde sale tanta gente ociosa dispuesta a obedecer al primer toque de silbato

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