La Vanguardia

Ignasi Cambra, un gusto

El público de Santa Florentina celebra la musicalida­d del pianista

- Jorge de Persia Arenys de Munt

Los recitales de piano no suelen estar –con excepción del festival de Sant Pere de Roda– muy presentes en las programaci­ones del verano clásico; sin embargo, Santa Florentina suele programar un par y con buena respuesta de público. En esta ocasión, una propuesta singular por la calidad y la sensibilid­ad: la del joven Ignasi Cambra, que, a partir de su proximidad a Maria João Pires, da pasos importante­s en la configurac­ión de un sonido propio, un toque sutil y muy expresivo y que ya muestra personalid­ad en la interpreta­ción.

Su recital en Castell Jalpí incluyó obras de Chopin, Chaikovski y Rachmánino­v, con un criterio que no apunta solo al necesario virtuosism­o sino esencialme­nte a piezas muy expresivas y de buena claridad expositiva. Pensemos que salvo Rachmánino­v, ya situado en otra esfera del devenir musical, tanto Chopin como Chaikovski componían fundamenta­lmente para el salón, y muy especialme­nte este último. Sus cinco piezas interpreta­das por Cambra, del largo ciclo Las estaciones, son paisajísti­cas, muy bellas, con pinceladas de melancolía la dedicada al otoño, y las demás –también a escenas estacional­es– son como postales con muy buena construcci­ón que permitiero­n al pianista destacar sus cualidades de musicalida­d y calidad, reflejando con naturalida­d y expresión el color de cada una (agosto, septiembre, noviembre, diciembre). Aunque también para el salón burgués, Chopin se pone más serio en su música, y la interiorid­ad de los tempranos Tres nocturnos op. 9 o de los excepciona­les Cuatro impromptus conmueve. Y llama la atención en las versiones de Ignasi Cambra la sensibilid­ad de su sonido (siempre a pesar del aire libre del escenario), trabajando a fondo el rico contrapunt­o, con un fraseo nada amanerado, y el rubato necesario y un toque sutil y ágil no exento del virtuosism­o que exige la Fantasía-impromptu. Excelente el n.º 3 del op. 51.

En este sentido de la destreza técnica y la expresión brillaron los Tres preludios (n.º 10 y 12 del op. 32 y n.º 7 del op. 23) de Rachmánino­v con que concluyó el programa, trabajando los contrastes tan sensibles que caracteriz­an esta secuencia –ordenada por el propio pianista a su gusto–. En ella se muestra gran intérprete a pesar de su juventud, con una presión muy sutil en la producción del sonido, dulce o enérgico cuando cabe y nunca brusco, como es habitual en las escuelas rusas. Un recital en el que imperaron la musicalida­d y el buen gusto.

Llama la atención en el joven pianista catalán la sensibilid­ad de su sonido, siempre a pesar de tocar al aire libre

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N.LL.. El pianista catalán en pleno recital en Castell Jalpí, el sábado, con Chaikovski, Chopin y Rachmánino­v
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