Iñaki Martí
Ricky Martin clausura el festival de la Porta Ferrada ante cinco mil personas
DIRECTOR FESTIVAL PORTA FERRADA
El Festival de Porta Ferrada de Sant Feliu de Guíxols, que anoche bajó el telón con un exitoso concierto de Ricky Martin, ha cerrado su 56.ª edición con una asistencia récord de 41.000 espectadores, 9.000 más que el año pasado.
El Festival Internacional de la Porta Ferrada clausuró anoche su edición número 56 en Sant Feliu de Guíxols con una vitaminada actuación de Ricky Martin. El ídolo latino cerró en el Guíxols Arena una intensa agenda de conciertos iniciada el pasado día 13 de julio. Unas cinco mil personas, según indicaron fuentes de la organización a este diario, secundaron la propuesta del puertorriqueño, que estos días visita Europa para ofrecer trece conciertos en el continente –diez de ellos en tierras ibéricas–, desgranando un recorrido antológico por sus más de 25 años de carrera personal en el mundo de la música.
Nacido en San Juan hace 46 años –e inscrito en el registro civil como Enrique Martín Morales–, Ricky Martin es uno de los artistas latinos de mayor proyección del momento, con un impactante palmarés que comprende dos premios Grammy y cuatro Grammy latinos. Los orígenes de su leyenda nos transportan a 1984, cuando integraba el grupo infantil Menudo. Debutó en solitario con un álbum homónimo en 1991 y alcanzó gran éxito ocho años después gracias a Livin’ la vida loca, cañonazo inserto en su quinto trabajo discográfico, que también era el primero que grababa en inglés. Además de ser el primer artista latino en hacer una residencia en Las Vegas, también ha triunfado en la pequeña pantalla: si con Menudo ya intervino en un episodio de Vacaciones en el mar y, posteriormente, en telenovelas varias (entre ellas General Hospital, en la cadena estadounidense ABC), este mismo año le hemos visto encarnando a Antonio d’Amico en la serie The assassination of Gianni Versace: American crime story.
Completo artista, pues, el que anoche desfiló en Sant Feliu
El cantante cambió de vestuario varias veces en el concierto y fue aclamado al aparecer con un batín amarillo
arropado por una efectiva banda y un aún más llamativo cuerpo de baile, ante el fervor de un público que desde los primeros instantes de la gala se dejó arrastrar por el incontestable carisma del puertorriqueño. La sesión empezó su andadura con María, uno de los temas más populares de Ricky Martin. El pegadizo estribillo de la canción –“un, dos, tres, un pasito p’alante, María…”– empezó a trabar un ambiente festivo que no decayó con posteriores piezas como Love your for a day o Adrenalina.
Un milimetrado guión escenográfico y visual –con el apoyo de pantallas de vídeo en el proscenio y en los laterales, coreografías y frecuentes transiciones– tuvo un papel determinante junto a la música en el espectáculo a la americana que se vivió en la Costa Brava. Ricky Martin no paró de cambiar de ropa, luciendo incluso un batín amarillo con el que atacó Vuelve. En algo más de hora y media, el cantante obsequió a la concurrencia con un buen lote de
hits, entre los que no podía faltar
Livin’ la vida loca. Momentos en la distancia corta (Casi un bolero, Tu recuerdo...) y baile desatado
(Lola, Lola; La bomba...) precedieron un fin de fiesta en el que desfilaron La copa de la vida y, ya como número final, La mordidita.