De fiesta con Lenny Kravitz
El artista fotografía a estrellas como Susan Sarandon, Harvey Keitel, Alexander Wang o su hija para una exposición
Finalmente se desvela qué se traía entre manos Lenny Kravitz, muy enigmático desde que en mayo publicó en sus redes sociales: “Anunciando mi colaboración con Dom Pérignon como director creativo, fotógrafo y diseñador”... ¿Y qué haces si colaboras con una gran casa de champán? Montar una gran fiesta, por supuesto. El artista de Nueva York tiró de agenda y reunió en la mansión que él mismo ha diseñado en una colina de Los Ángeles a los actores Harvey Keitel y Susan Sarandon; al modista Alexander Wang; al exfutbolista japonés y hoy modelo Hidetoshi Nakata; al coreógrafo Benjamin Millepied, casado con Natalie Portman; a la supermodelo australiana Abbey Lee y cómo no, a su también talentosa hija, Zoë, actriz, cantante y modelo. Una mezcla de personalidades y disciplinas para una fiesta en la que el músico tomó fotografías al más puro estilo The Factory –el estudio de arte de Andy Warhol– o la discoteca Studio 54. Justamente son 54 los años que el artista cumplió en mayo.
De aquella sesión excepcional, con una Susan Sarandon en estado de gracia, se ha seleccionado una cincuentena de fotos que se mostrarán en una exposición, Dom Pérignon X Lenny Kravitz, que se inaugurará el 28 de septiembre en Nueva York, y que después viajará a lugares emblemáticos de Londres, Milán, Tokio, Hong Kong y Berlín.
En la presentación de este proyecto, en París y en la abadía de Hautvillers, cuna del célebre champán, el rockero recuerda que su aproximación a la fotografía fue muy visceral. “Cuando yo era niño, mi padre tenía una Leica y me gustaba tocar todos los botones. Tuve una cámara antes de saber cómo usarla y le pedí a un amigo que me enseñara. Cuando lancé mi primer álbum y empezaron a tomarme las primeras fotos, me hice amigo del fotógrafo y pasé horas en su cuarto oscuro viendo la magia del revelado”. Kravitz dice que “no piensa en la parte técni-
El músico colabora en este proyecto de Dom Pérignon como director creativo, fotógrafo y diseñador
Día y noche
Su hija, Zoë, también asistió a la sesión, que tuvo lugar en la mansión que Kravitz ha diseñado en Los Ángeles
ca, “tengo una visión de lo que quiero y mi trabajo es trasladarlo del cerebro a algo concreto, puedo hacerlo con mi música, pero también con fotos”. De su colaboración con Dom Pérignon explica que ya hace una década había pensado hacer algo, “pero todo tiene su tiempo para madurar, como el vino”.
De todas las imágenes que tomó en la fiesta, su favorita es una que muestra a su hija frente a un espejo preparándose para la fiesta. Zoë, de 29 años, fruto de su matrimonio con la actriz Lisa Bonet, con la que estuvo cuatro años, es cantante, actriz y modelo y le apasionan tanto los tatuajes como su padre. El artista dice que él no la eligió para la sesión (“habría sido un poco prepotente”, asegura), pero está feliz, porque es la primera vez que trabajan juntos. Por su parte, Zoë ahora coincide en Big little lies con quien podría haber sido su madrastra: Nicole Kidman, que estuvo a punto de casarse con Lenny Kravitz en el 2003, después de que el artista rompiera con Adriana Lima, con la que se había prometido también tras haber sido pareja de Vanessa Paradis.
Kravitz atesora cuatro Grammy y tiene soltura como actor: enfermero en Precious, estilista en Los juegos del hambre o cineasta en la serie Better things. Su estética sigue fiel a la cazadora de cuero en pleno verano, gafas de sol en plena noche y pantalones acampanados –igual en un concierto que en una sesión de fotos entre viñedos–. Es como una visión de los setenta, cuando brillaron muchos artistas que admira.
El músico, hijo del productor judío con ancestros ucranianos Sy Kravitz y de la actriz afroamericana Roxie Roker, tiene una granja orgánica en Brasil, una empresa de interiorismo con la que quiere diseñar sus propios hoteles y asegura que lo que le hace vibrar (su nuevo trabajo se llama Raise vibration) “es la vida. Amo la vida y quiero vibrar al máximo, representar el amor, es lo que aprendí de mi familia. Creo que como planeta tenemos que vibrar hasta comprender que todos somos una entidad, que las fronteras son imaginarias, no significan nada”.