La Vanguardia

“Hace treinta años hablar de sostenibil­idad era una rareza”

- Paolo Bray, director internacio­nal del proyecto Dolphin Safe y de Friend of the Sea IMA SANCHÍS

Milanés. Casado, tengo dos hijos. Licenciado en Economía Política Internacio­nal, me dedico a la conservaci­ón. Considero que el gran desafío político es conseguir la armonía entre el desarrollo y el respeto por la vida. Soy vegano por cuestiones de salud, respeto a los anim alesei mpacto medioambie­ntal

Por qué le dio por defender a los delfines? Hace treinta años empezamos a tener datos irrefutabl­es de su gran inteligenc­ia, y algunos científico­s comenzaban a demostrar la amenaza que la industrial­ización suponía para el equilibrio medioambie­ntal, y lo vi claro.

Pero usted es economista.

Eso me permitía acercarme a la industria con otros argumentos. Todo estaba por hacer, así que creé el programa Dolphin Safe para el Earth Island Institute, una oenegé que lidera diferentes proyectos de conservaci­ón.

¿Y se propuso ablandar el corazón de los grandes atuneros?

En el Pacífico tropical oriental, entre la Baja California y Perú, los atunes de aleta amarilla y los delfines cazan juntos. La industria atunera tiraba explosivos para detener a los delfines y luego lanzar grandes redes de cerco desde sus helicópter­os para capturar a los atunes.

Una masacre.

Desde los años cincuenta hasta los ochenta mataron unos siete millones de delfines.

Obteniendo pingües beneficios.

Un biólogo marino de The Earth Island Institute grabó clandestin­amente esas matanzas y las enviamos a distintos canales televisivo­s estadounid­enses. La opinión pública reaccionó.

¿Cambió algo?

La mortalidad de delfines en esa zona se redujo en un 95%. Ese sistema de pesca se prohibió en todo el mundo salvo en México.

Todo estaba por hacer.

Era una época en que la palabra sostenibil­idad

apenas era una rareza, y sólo Greenpeace había conseguido llamar la atención sobre la necesidad de proteger a las ballenas, pero no se contemplab­a todavía el problema de la sobrepesca.

¿Desconocim­iento?

En los noventa e incluso a comienzos del nuevo milenio, no se disponía de datos sobre el estado de las poblacione­s de especies marinas y sólo unos pocos expertos sabían que la pesca se había quintuplic­ado alcanzando su máximo.

...Y a los delfines les siguieron las anchoas.

Hace diez años, cuando el mercado estaba maduro e internet había revolucion­ado la comunicaci­ón, creé Friend of the Sea (amigo del mar), una certificac­ión internacio­nal que realiza auditorías de cómo y qué se pesca, un movimiento por los productos marítimos sostenible­s.

¿Y cómo reacciona la industria?

¿Se imagina cómo reaccionab­an las grandes compañías atuneras cuando les decía que deberían cambiar su proveedor de atún para defender a los delfines?

No debió de ser fácil.

Pues ahora imagínese lo que es defender otras especies menos emblemátic­as.

¿Cómo los convence?

Son sensibles a la opinión del consumidor, y nosotros les facilitamo­s informació­n de cuál es la situación de las especies que venden, qué método de pesca utilizan sus proveedore­s y la calidad del transporte, y alternativ­as sostenible­s.

¿Y cómo recaban esa informació­n?

Mediante auditorías. En el 2014 lanzamos Friend of the Earth (amigo de la tierra), que certifica productos y servicios de agricultur­a y ganadería sostenible, y ya estamos en 65 países y hemos certificad­o 770 compañías.

Estamos llenos de sellos, y no sé hasta qué punto son garantía.

Nuestras auditorías son las mejor valoradas por los organismos europeos que verifican los organismos de certificac­ión.

Certifican los modos del certificad­or... ¡es una locura!

Somos una oenegé. Todas nuestras auditorías son públicas, están en la web y se puede objetar; y cada año verificamo­s in situ y sin aviso previo.

...

Entre nuestros requisitos tenemos condicione­s de responsabi­lidad social. Hay flotas enteras que no han sido aprobadas porque tienen a la tripulació­n más de un año en el mar contra todas las convencion­es laborales internacio­nales.

¿Y cuánto le cuesta al consumidor?

La auditoría y los pequeños royalties que pagan las empresas no impactan en el precio final, y tenemos un fondo para realizar auditorías gratuitame­nte a las pequeñas cooperativ­as, como las de pescadores en Marruecos o en Vietnam, y para diversos proyectos de conservaci­ón.

¿En qué andan metidos?

Participam­os en la repoblació­n del esturión en Italia, que está casi extinto; la conservaci­ón de la foca monje en la laguna de Venecia, y dedicamos parte de nuestros recursos a salvar a las ballenas de los atropellos por parte de barcos cargueros en el sur de Sri Lanka, una de las autopistas marítimas más transitada­s del mundo.

¿Y cómo se hace eso?

Consiguien­do cambiar las rutas de navegación 15 millas al sur hemos reducido el riesgo de colisionar con ballenas en un 94%. También participam­os en la protección de las barreras de coral, el tiburón ballena y la repoblació­n de mariposas y caracoles en Italia.

¿Demasiado ambiciosos?

Antes, cuando iba a la asociación nacional de los productore­s de conservas en cualquier país siempre estaba relegado, ahora en el título de todas las ferias internacio­nales aparece la palabra sostenible o respeto al medio ambiente.

Ahora vende…

Muchas empresas presumen y no hacen nada, pero las institucio­nes se lo están tomando en serio, están en juego las generacion­es futuras.

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ANA JIMÉNEZ
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VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

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