La Vanguardia

Cohen implica a Trump en pagos ilegales para financiar su campaña

Otro tribunal condena por fraude a Paul Manafort, exasesor del presidente

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

El pasado persigue a Donald Trump: su exabogado, Michael Cohen, lo acusa de comprar el silencio de supuestas amantes, mientras su exjefe de campaña, Paul Manafort, es condenado por fraude.

Aseguró que su lealtad llegaba al punto de encajar una bala por Donald Trump, pero, enfrentado a la perspectiv­a de una larguísima condena de cárcel, Michael Cohen ha hablado.

El exabogado personal del presidente se declaró ayer culpable de ocho delitos, entre ellos dos relacionad­os con las leyes de financiaci­ón de campaña que asegura que cometió “en coordinaci­ón y bajo la dirección del candidato” republican­o, declaró en Nueva York como parte de un acuerdo para reducir a cinco o siete años su estancia en prisión. La explosiva acusación y autoinculp­ación de Cohen en un juzgado de Nueva York se conoció casualment­e al mismo tiempo que un juez de Virginia declaraba culpable de ocho delitos de fraude al exjefe de campaña de Trump, el lobista Paul Manafort, que se enfrenta también a una condena de varios años de cárcel.

Las noticias se conocieron al tiempo que el presidente se alejaba de Washington en su Air Force One. “Me siento muy triste por esto”, la condena a Manafort es “una desgracia”, declaró el presidente a la prensa nada más aterrizar en Charleston (Virginia Occidental), adonde fue a defender el futuro del carbón mientras el suyo propio se tornaba negro a ojos de sus detractore­s. Nada dijo, sin embargo, sobre los comentario­s de su viejo amigo Cohen, que lo ha implicado en la comisión de un delito federal, la financiaci­ón ilegal de la campaña electoral que lo llevó a la Casa Blanca en el 2016.

“Participé en una actuación con el objetivo principal de influir en las elecciones”, declaró Cohen ante un juez de Nueva York como parte del acuerdo de autoinculp­ación alcanzado con la Fiscalía. El abogado, que admitió cinco delitos de fraude fiscal y otro de falsedad documental referidos a sus negocios privados, se refiere así a los pagos acordados con dos mujeres (la actriz porno Stormy Danniels y la conejita de Playboy Karen Douglas) para asegurarse su silencio en torno a las relaciones sexuales que habían mantenido en el pasado con Trump. Cohen respondió positivame­nte cuando el juez le preguntó si sabía que esas actuacione­s eran ilegales (el acuerdo reconoce dos violacione­s de las normas federales de financiaci­ón de campañas).

En un principio, el presidente negó saber nada de aquellos pagos secretos a Stormy Danniels, la más combativa de las dos mujeres en su intento de que reconozca los hechos. Luego admitió estar al corriente. El abogado decía que eran cosa suya y los pagó de su bolsillo. Lo que ayer contó Cohen es que fue Trump quien le ordenó hacer los pagos y quien se los abonó posteriorm­ente a través de facturas falsas por servicios legales no prestados a la Organizaci­ón Trump, la empresa de sus negocios inmobiliar­ios.

“Si esos pagos son un delito para Michael Cohen, ¿por qué no van a serlo para Donald Trump?”, se preguntó el abogado del primero, Lanny Davis. Con su acuerdo con la fiscalía de Nueva York admitiendo los ocho cargos, Cohen –un padre de familia que hoy cumple 52 años– se ha asegurado que su condena de cárcel no será de seis décadas sino de un máximo de siete años. La sentencia se conocerá en diciembre.

Quien no quiso autoinculp­arse fue Paul Manafort, una pieza fundamenta­l de la investigac­ión del fiscal especial Robert Mueller sobre la injerencia rusa en las elecciones presidenci­ales del 2016. Tras cinco días de deliberaci­ones, un tribunal de Alexandria (Virginia) lo declaró

Cohen admite ante el juez que cometió ocho delitos y acepta hasta siete años de cárcel

ayer culpable de ocho cargos por fraude fiscal, bancario y ocultación de cuentas en el extranjero, aunque no pudo ponerse de acuerdo sobre otras diez acusacione­s (esta parte del juicio quedó declarada nula). Las actividade­s juzgadas se refieren a sus trabajos para gobiernos extranjero­s –en especial, Ucrania–, además de oligarcas prorrusos, entre el 2005 y el 2017. El presidente insistió ayer en que la condena a Manafort no tiene nada que ver con la injerencia rusa que investiga Mueller y que él tacha continuame­nte de “invención” y “caza de brujas”.

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DREW ANGERER / AFP Michael Cohen saliendo del tribunal donde prestó declaració­n

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