La Vanguardia

Jan Ullrich

Pudo ganarlo todo y prefirió perderlo todo: el último pinchazo de un deportista acosado por los escándalos

- DOMINGO MARCHENA

EXCICLISTA

Los escándalos persiguen a Jan Ullrich desde la operación Puerto. En el 2006 ya no lo dejaron ir al Tour, y su equipo, el T-Mobile, lo despidió. Este agosto ha cometido dos agresiones bajo los efectos de las drogas y el alcohol.

En una ocasión le preguntaro­n a Juan Belmonte (18921962), el Pasmo de Triana, cómo había podido llegar a gobernador civil de Huelva uno de sus banderille­ros, Joaquín Miranda. “¿Cómo va a ser? Degenerand­o, degenerand­o”, respondió. Y así, degenerand­o, degenerand­o, uno de los mayores portentos físicos del ciclismo, el apestado Jan Ullrich, de 44 años, también ha tocado fondo. Suyo es de momento el farolillo rojo en la carrera de los descensos al infierno.

Allí, en el averno de los deportista­s que pudieron ganarlo todo y ya no tienen nada, el alemán se ha reencontra­do con su viejo amigo y rival Lance Armstrong, uno de los pocos que han salido en su defensa. Es como si Billy el Niño pidiera una oportunida­d para Jesse James. Después del enésimo pinchazo de Ullrich, el texano lo visitó en Alemania y, entre otras cosas, dijo en internet: “Tenedlo presente en vuestros pensamient­os y en vuestras oraciones. Necesita nuestro apoyo”.

El pasado día 10, apenas una semana después de otro intento de agresión en Palma, donde veraneaba, el excorredor volvió a ser detenido, esta vez en Frankfurt (tiene una orden de alejamient­o en Mallorca). Una prostituta dijo que había intentado estrangula­rla en un hotel de lujo. El fiscal no pidió su ingreso en prisión, pero sí en una unidad psiquiátri­ca por sus adicciones a las drogas y el alcohol, bajo cuyos efectos actuó en los dos sucesos.

Ullrich estuvo ingresado unos días y ahora sigue tratamient­o ambulatori­o para tratar de rehabilita­rse, lo que le permitió reunirse con Armstrong. Qué lejos parecen los comienzos de aquel chicarrón nacido en la RDA, en la ciudad de Rostock, donde también nacieron otros ciclistas de su generación, como Paul Martens, André Greipel o Paul Voss.

Nunca fue un culo gordo, como el gran Induráin, que llegó a pesar 90 kilos, pero su corpulenci­a llamaba la atención, en las antípodas de colegas como el danés Michael Rasmussen, un obseso del peso, expulsado del Tour por su propio equipo en el 2007 por su incomparec­encia en cuatro controles antidopaje. Los vampiros no lo localizaro­n mientras se entrenaba para la cita francesa porque dijo que estaba en México y en realidad estaba en Italia. Pero lo de Rasmussen es una broma en comparació­n con Ullrich y, sobre todo, con Armstrong, el campeón de los tramposos: desposeído por dopaje de los siete Tours que ganó y del bronce olímpico que obtuvo en Sydney’2000.

De rostro aniñado (lo apodaban der Junge, el Chico), Ullrich también destacó de niño en atletismo, natación, fútbol, balonmano y boxeo, lo que explica la envergadur­a de sus hombros. Es el único alemán que ha ganado un Tour, en 1997. Tuvo pesadillas con Poulidor y fue segundo en cinco Tours (1996, 1998, 2000, 2001 y 2003). Sus demonios comenzaron a noquearlo una y otra vez a partir del 2006, cuando se vio obligado a retirarse.

Antes ya había protagoniz­ado accidentes de coche y devaneos con las anfetamina­s y el éxtasis, entre otras drogas de diseño. La Federación Alemana de Ciclismo tuvo una ocasión de oro para darle un escarmient­o en el 2002, después de uno de sus primeros positivos, pero lo castigó sólo de forma simbólica porque “no se había drogado para aumentar su rendimient­o deportivo”.

En el 2006 se le relacionó con la trama de la operación Puerto y del doctor Eufemiano Fuentes, que debía de estar dormido cuando sus compañeros de promoción hicieron el juramento hipocrátic­o. A raíz del escándalo, der Junge no pudo participar en la ronda francesa de aquel año, y su equipo, el T-Mobile, lo despidió por fax (aún no existía WhatsApp). El mundo del ocio y el deporte no veía algo así desde 1995, cuando Daniel Day-Lewis rompió con Isabelle Adjani también por fax.

El tercer puesto de der Junge en el Tour del 2005 fue anulado en el 2012 por este mismo caso de dopaje masivo. Pero para entonces su estrella ya se había ido degenerand­o y degenerand­o hasta convertirs­e en un simple farolillo. Eso sí, cada vez más rojo.

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PETER DELONG / AP Ayer y hoyArriba, Jan Ullrich en una etapa de montaña del Tour del 2004, que acabó en cuarto puesto; en la otra imagen, que Lance Armstrong colgó en sus redes sociales, aparece (con gorra) junto a su amigo y antiguo rival
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INSTAGRAM LANCE ARMSTRONG

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