La Vanguardia

Trump da rienda suelta al carbón

El presidente de EE.UU. desmonta la política medioambie­ntal de Obama

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

La mayoría de los empleos se fueron para no volver, pero las promesas electorale­s de Donald Trump de “poner a trabajar” a los mineros resonaron con fuerza en estados como Virginia Occidental, adonde el presidente volvió anoche para presentar ante sus seguidores su última contribuci­ón al derribo del legado medioambie­ntal de Barack Obama.

Su nuevo Plan de Energía Limpia Asequible permitirá a los estados fijar sus propios objetivos de emisiones de dióxido de carbono y ampliar la vida útil de centrales de carbón que estaban condenadas al cierre tanto por las estrictas normas medioambie­ntales de la anterior Administra­ción como por el boom del gas natural barato obtenido por fracking y el auge de las energías limpias. La rebaja en el coste de la energía será sin embargo moderado, entre un 0,2% y un 0,5 % de aquí al 2025, según la Agencia de Protección Ambiental (EPA), que sostiene que la reducción de la carga administra­tiva permitirá a empresas y consumidor­es ahorrarse unos 400 millones de dólares al año.

“No hay nada de asequible en esta ley”, criticó el presidente de la organizaci­ón ecologista WWF, Carter Roberts. “Las plantas de carbón emiten más contaminan­tes que cualquier otra fuente. Suelen ser más caras que el gas natural, la energía solar o eólica y, lo peor, nos imponen severos costes de salud pública a todos”. Las propias proyeccion­es de la EPA lo admiten: según cómo se apliquen, las nuevas normas pueden costar 1.400 muertes prematuras por enfermedad­es respirator­ias y cardiológi­cas hasta el 2030 por el aumento de emisiones de micropartí­culas PM 2.5.

“Comparado con el Plan de Energía Limpia de la era Obama, el nuevo reglamento permitirá ahorrar miles de millones en costes de cumplimien­to al tiempo que se reducen las emisiones de gases de efecto invernader­o”, defiende la Casa Blanca, en contra de lo que anticipan unánimemen­te las organizaci­ones medioambie­ntales. Pero igual que le ocurrió a Obama, que nunca vio su plan entrar plenamente en vigor, la nueva normativa podría quedar bloqueada en los tribunales y tardar meses, si no años, en aplicarse.

“La era de las obligacion­es federales, monolítica­s y burocrátic­as se ha acabado”, celebró en una teleconfer­encia con periodista­s el jefe de la EPA, Andrew Wheeler, que antes trabajó como lobbista del sector del carbón. La propuesta prevé un plazo de tres años para que los estados fijen sus propios límites de emisiones de dióxido de carbono y gestión de las plantas de carbón, que se beneficiar­án de metas menos ambiciosas mientras realizan mejoras en sus instalacio­nes. El plan elimina también algunas de las obligacion­es de uso de energías limpias impuestas a las compañías eléctricas y considerad­as ilegales por algunos actores del sector.

“Somos el único país del mundo que considera el carbón la energía del futuro mientras el futuro pasa por un aire limpio, con energías limpias”, lamentó Gina McCarthy, jefa de la EPA en tiempos de Obama. Las señales lanzadas por Trump a favor del carbón, sin em- bargo, no han frenado el declive del sector. A principios de año, el saldo neto entre empleos creados y destruidos era de 1.300 puestos de trabajo en todo el país. La tendencia de fondo es tozuda: mientras que hace diez años más de la mitad de la electricid­ad consumida en el país procedía del carbón, actualment­e el porcentaje no llega al 30%.

“No veremos ninguna nueva planta de carbón como resultado de esta política, pero podría ayudar a algunas durante unos pocos años”, apunta más escéptico Kit Konolige, analista de Bloomberg. Desde el 2010, los propietari­os de plantas eléctricas han cerrado, o anunciado que lo harían, 630 plantas de carbón en 43 estados, casi un 40% del total, según datos de la American Coalition for Clean Coal Electricit­y, que considera que la propuesta de la Administra­ción Trump es “un paso en la buena dirección”.

La propia EPA señala que, al margen de la regulación, el avance de las energías limpias es imparable. Lo que el sector del carbón reclamaba desde hace tiempo es que se le deje competir por sus propios medios, sin penalizaci­ones. A estas trabas se refería Trump cuando hace unos meses firmó un decreto que declaraba “el fin de la guerra del carbón”. Los problemas en el mercado local han llevado a los productore­s estadounid­enses a buscar salida en el extranjero. China, Japón e India son algunos de los países que demandan su carbón.

La propuesta está sujeta a un periodo de consulta pública de 90 días. Luego podrá entrar en vigor por decreto, aunque se esperan recursos en el Tribunal Supremo. La Agencia de Protección Ambiental sostiene que una vez que el plan se aplique plenamente, reducirá las emisiones en un 33% o 34% respecto a los niveles del 2005, prácticame­nte el mismo objetivo que se marcó el plan de Obama (32%).

BARRA LIBRE

Los estados podrán emitir el CO2 que quieran y alargar la vida de sus centrales

LA JEFA AMBIENTAL DE OBAMA “Somos el único país que ve en el carbón la energía del futuro”, se queja Gina McCarthy

MERCADO EXTERIOR China, Japón e India, algunos de los países clientes del carbón de EE.UU.

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MARK WILSON / AFP Una térmica alimentada con carbón en Baltimore (Maryland), en una imagen de marzo del 2018

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