Solares inactivos
EL Ayuntamiento de Barcelona ha aprobado la creación de un registro de solares inactivos, incluidos los de propiedad privada, con la intención de presionar sobre los propietarios para que procedan a la construcción de los proyectos aprobados y que, en caso de haber superado el plazo de dos años inactivos, pueda el municipio proceder a su expropiación o incluso a construir vivienda pública a cargo del propietario.
El decreto firmado ayer por la alcaldesa Colau es una competencia de los ayuntamientos prevista en la vigente ley de Urbanismo, pero que hasta ahora apenas ha tenido aplicación. Con este decreto, el Ayuntamiento de Barcelona pretende evitar –según explicó ayer–, en primer lugar, la especulación por parte de sus propietarios y en segundo lugar activar la construcción en solares que tienen proyectos aprobados pero que siguen inactivos. En el decreto se incluyen también solares donde existen construcciones pendientes de rehabilitación o de demolición de la estructura existente para levantar una nueva. Por esa razón, el decreto prevé crear un registro de solares que entren en esta consideración y, a partir de su aprobación, contar los dos años prescritos para tomar la decisión que crea más beneficiosa para la ciudad.
Sin embargo, las cosas no son tan fáciles como parece. En primer lugar, el Ayuntamiento deberá promover de forma normativa la reforma del Plan General Metropolitano para extender el derecho de tanteo y de retracto a toda la ciudad. Para ello deberá contar con una mayoría en el pleno, cuestión que como se sabe no sólo no parece factible, sino que no parece que esté en condiciones de alcanzarla en el corto plazo y en vistas de un año electoral. La segunda cuestión que la oposición ya le ha planteado es que el municipio tiene 80 solares inactivos, en los que se podría construir casi 1.600 viviendas públicas sin que hasta ahora no se haya hecho nada. En todo caso, parece un contrasentido aprobar un decreto que afecta a los solares privados, mientras los municipales permanecen sin edificar.
Barcelona es una ciudad con una grave escasez de solares edificables, por lo que una actuación de estas características, destinada tanto a frenar la especulación urbanística como a la edificación de vivienda pública –otro déficit barcelonés–, sería ciertamente encomiable. Pero si ese fuera el objetivo del gobierno municipal, está claro que debería contar con los apoyos políticos suficientes para llevarlo adelante. Si no es así, puede arraigar la sospecha de que se trata de un brindis al sol en vísperas de un año electoral.