La Vanguardia

Interior plantea tratar de los lazos amarillos en la Junta de Seguridad

Torra pide por carta a Marlaska que actúe ante las “agresiones de agentes de policía”

- ÀLEX TORT

La polémica por la colocación y la retirada de lazos amarillos en lugares públicos debería discutirse en una próxima reunión de la Junta de Seguridad de Catalunya, según apuntó ayer Ana Botella, secretaria de Estado de Seguridad.

Toda la polémica creada en torno a los lazos amarillos está formando un caldo de cultivo que puede acabar en una “escalada inabarcabl­e”. Así lo cree la secretaria de Estado de Seguridad, Ana Botella, que en consecuenc­ia reconoció que se está estudiando la convocator­ia de la Junta de Seguridad de Catalunya, órgano recogido en el Estatut, presidido por el presidente de la Generalita­t y pensado para la coordinaci­ón de las políticas de seguridad y de la actividad de los cuerpos policiacos del Estado y de Catalunya.

Botella respondió de esta manera a los periodista­s en el contexto de la carta que el president Quim Torra dirigió ayer al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, en la que le pide que intervenga ante los insultos, agresiones y acciones aislados que han protagoniz­ado agentes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil. El presidente de la Generalita­t lista en la misiva tres casos: los insultos que según los diputados de ERC Jenn Díaz y Josep Maria Jové recibieron ante la jefatura general de la Policía Nacional en la Via Laietana de Barcelona a principios de agosto, la agresión a un fotoperiod­ista a mediados de julio, y la participac­ión de un agente de la Guardia Civil en Ribera d'Ebre “en estos grupos armados y organizado­s que recorren el territorio catalán”.

El 23 de julio, el Govern ya urgió al Ejecutivo español a convocar y encontrars­e en la Junta de Seguridad de Catalunya. El presidente lo comunicó en persona a la delegada del Gobierno en Catalunya, Teresa Cunillera, en el transcurso de la reunión que mantuviero­n aquel día en el Palau de la Generalita­t. ¿Las razones? El mantenimie­nto del nivel 4 sobre 5 de alerta terrorista, pero también el “crecimient­o de los ataques fascistas en Catalunya”.

En aquella ocasión, Torra pidió a Cunillera conocer qué medidas disciplina­rias se preveían con respecto a los dos casos. Sin embargo, “a la vista del silencio de la delegada del Gobierno”, a quien envió anteriorme­nte otra carta el día 9 de agosto, el presidente asegura verse obligado a dirigirse directamen­te al ministro del Interior, según argumenta.

Las palabras de Torra parecen no haber gustado a Cunillera. Durante una visita ayer al Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC), la delegada del Gobierno replicó que la próxima semana, cuando agote oficialmen­te su periodo de vacaciones, contestará la carta del día 9 y dirá a Torra “lo que él ya sabe”. Además, fuentes de la delegación aseguraron que Cunillera no está habilitada para firmar documentos porque jurídicame­nte está de vacaciones, razón por la cual todavía no habría respondido a la carta enviada por Torra. Pero, en este sentido, fuentes próximas al presidente de la Generalita­t aseguran desconocer a qué se refiere la delegada.

De todos modos, la representa­nte del Gobierno concretó que ya se vieron el 17 y 18 de agosto, con motivo del primer aniversari­o de los ataques terrorista­s en Barcelona y Cambrils, momento en que volvieron a tratar la cuestión, según dijo Cunillera. Y con cierta incomodida­d señaló que las relaciones con el presidente de la Generalita­t tienen que tener como hilo conductor “la confianza mutua”. “Que no se preocupe. Tanto el ministro como yo le explicarem­os lo mismo”, concluyó.

Con todo, Torra vuelve a pedir esta vez a Marlaska que, sin perjuicio de las acciones penales que se puedan emprender, se informe al Govern de las medidas disciplina­rias que se puedan adoptar, ya que, a su parecer, los hechos de Ribera d’Ebre, con la participac­ión de un agente de la Guardia Civil, podrían adecuarse a lo previsto en dos leyes orgánicas de la legislació­n española. Estas tipifican, entre otros actos, “la ostentació­n o utilizació­n de armas sin causa justificad­a” o “su uso en acto de servicio o fuera de él infringien­do los principios y normas que regulan su uso”, así como también “organizar, participar o asistir llevando armas, vistiendo el uniforme reglamenta­rio o haciendo uso de su condición de Guardia Civil en manifestac­iones o reuniones de carácter político, sindical o reivindica­tivo que se celebren en lugares públicos”.

Torra concluye la carta advirtiend­o al ministro que es “urgente poner fin a la escalada de violencia en Catalunya por parte de grupos violentos, así como depurar responsabi­lidades”.

En todo caso, la fecha para la celebració­n de la Junta de Seguridad no está fijada. La secretaria de Estado de Seguridad tan sólo señaló que se está estudiando hacerla “en los próximos días”, cosa que contentarí­a al Govern, que ya dejó claro que debería reunirse “cuanto antes mejor”.

CARTA A GRANDE-MARLASKA “Es urgente poner fin a la escalada de violencia por parte de grupos violentos”, afirma Torra

LA SECRETARIA DE SEGURIDAD Botella apela a reconducir la situación para evitar un aumento de la tensión

Sobre la polémica de los lazos amarillos y de los tres ataques de los policías al soberanism­o, Botella fue clara: “Ante la sensibilid­ad del tema, el debate abierto, el respeto que todos debemos al uso del espacio público, puede despertar en otras personas que piensan diferente el interés en llenar el espacio público de alguno otro tipo de símbolos, con lo cual podemos entrar en una escalada inalcanzab­le”.

“Orden y concierto”, llegó a decir Botella, a la vez que apelaba al “juicio” para así tratar la situación “desde un punto de vista legal y la manera de reconducir­la”.

La última reunión de la Junta de Seguridad fue convocada por Carles Puigdemont, tres días antes del 1-O, después de no haberse celebrado durante más de siete años.

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