La Vanguardia

Presión sobre Trump por los delitos de su campaña electoral

El presidente acusa a su exabogado de mentir sobre la posible financiaci­ón ilícita

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

Las últimas acusacione­s del exabogado de Trump y del lobbista Paul Manafort que arroja n serias sospechas sobre delitos cometidose­n su campaña electoral están poniendo contra las cuerdas a Trump. Vuelve a hablarse de impeachmen­t, pero los demócratas esperan más material.

La política estadounid­ense ha entrado en terreno desconocid­o. El presidente Donald Trump se ha convertido oficialmen­te en sospechoso de cometer dos delitos de financiaci­ón de campañas después de que su antiguo abogado, Michael Cohen, le implicara en pagos secretos a dos mujeres para evitar que sus testimonio­s perjudicar­an sus opciones electorale­s.

Pero si en el caso de cualquier otro ciudadano de Estados Unidos esta acusación, realizada bajo juramento ante un juez, implicaría la apertura de una investigac­ión por parte de la Fiscalía, los juristas coinciden en que –como claman los republican­os– no es posible hacer lo mismo con un presidente en ejercicio. Esto no significa que las explosivas noticias del martes sobre el destino judicial de sus exasociado­s no vaya a tener consecuenc­ias.

La presión en torno a Trump aumenta. La inculpació­n de Cohen, unida a la condena por fraude fiscal y bancario a su exjefe de campaña, Paul Manafort, puede tener efectos indirectos en la investigac­ión del fiscal especial de la trama rusa, Robert Mueller, sobre la injerencia rusa en las elecciones del 2016. La palabra impeachmen­t (el proceso de destitució­n del presidente) vuelve a a estar en boca de todos en Washington, pero los demócratas han reaccionad­o con cautela: esperan que haya material más jugoso.

La estrategia del presidente para protegerse del doble varapalo judicial del martes consiste, por un lado, en destrozar la credibilid­ad de Cohen y, por otro, en arropar con sospechosa efusividad a Manafort, que todavía tiene pendiente otro juicio y aún podría cambiar de opinión y colaborar con los investigad­ores, como han hecho otros excolabora­dores inculpados por Mueller.

Un día después de que un jurado de un tribunal de Virginia declarara culpable de ocho cargos de fraude fiscal y bancario a Manafort por sus actividade­s como lobbista de gobiernos extranjero­s, Trump dijo sentirse “muy mal” por su exjefe de campaña y su familia. Manafort es “un hombre valiente” que, “a diferencia de Cohen, se negó a ceder e inventarse historias para cerrar un trato” con la Fiscalía. “¡Todos mis respetos por este hombre tan valiente!”, tuiteó el presidente.

Trump nunca ha descartado que vaya a conceder indultos si alguno de sus colaborado­res resulta condenado por lo que él considera “una caza de brujas” (de hecho, considera que sus poderes son absolutos e incluso podría perdonarse a sí mismo). El asunto es relevante para Manafort, que se enfrenta a otro juicio en septiembre en Washington por no declarar algunas de sus actividade­s como lobbista de gobiernos extranjero­s. Aunque hasta ahora se ha negado a colaborar con la justicia, el hecho de que el tribunal de Virginia lo haya declarado culpable de ocho de los 18 cargos que pesaban contra él podría hacerle cambiar de opinión. Los acuerdos extrajudic­iales son frecuentes en Estados Unidos cuando el acusado considera que los investigad­ores cuentan con suficiente material inculpator­io y opta por admitir su culpabilid­ad para cortar los procesos y obtener un trato más clemente.

Formalment­e, Cohen no ha obtenido un trato especial por el hecho de inculpar a Trump. El acuerdo con la Fiscalía, por el que acepta una pena de cárcel que puede rondar los cinco o siete años, no incluye la obligación de cooperar con la justicia. Pero el que fue abogado personal de Trump desde hace más de una década, el depositari­o de sus secretos y trapicheos, tiene material que “podría ser interesant­e” para Mueller y “estaría encantado” de compartirl­o con él, avisó en la CNN su letrado, Lanny Davis.

Cohen provocó el martes un terremoto al declarar bajo juramento en una juzgado de Manhattan que cometió dos delitos de financiaci­ón de campaña “bajo la dirección del candidato” con el objetivo principal de “influir” en el resultado electoral. Días antes de las elecciones y a pesar de las indicacion­es de que sus comentario­s misóginos no le iban a pasar factura, a Trump debieron de entrarle dudas sobre el efecto que tendría en la opinión pública que la actriz y directora de cine porno conocida como Stormy Danniels y la exconejita de Playboy

Karen McDougal hablaran públicamen­te de sus supuestos affaires

sexuales.

Las versiones de Cohen y Trump sobre quién organizó y realizó los pagos para silenciarl­as han variado y aún hoy siguen variando desde que The Wall Street Journal

destapó el escándalo. Primero, que el abogado lo hizo por su cuenta, que el presidente no sabía nada y que lo pagó él de su bolsillo... Trump, por su parte, lo negó todo, pero después admitió que Cohen le representó en ese “loco asunto” aunque dijo que no había nada ilegal. La Fiscalía de Nueva York no lo vio así. La declaració­n jurada de Cohen ante el juez indica que este actuó bajo las órdenes de Trump y que las cantidades pagadas –130.000 a la primera y 150.000 a la segunda– le fueron reembolsad­as por la Organizaci­ón Trump. Las cantidades no fueron debidament­e declaradas como donaciones.

¿INDULTO A LA VISTA?

El presidente arropa a su exjefe de campaña, que no ha colaborado con la justicia

El presidente Trump ha cambiado una vez más su versión de los hechos. “El dinero no salió de los fondos de campaña, salió de mí”, declaró Trump, de acuerdo con el avance de una entrevista concedida a la cadena Fox. Aseguró que se enteró de los pactos “más adelante” y recordó que Barack Obama incurrió en violacione­s de financiaci­ón de campaña (aunque aquel caso no se consideró delito).

El martes 21 de agosto fue probableme­nte el peor día de la presidenci­a de Donald Trump, pero pueden llegar más días así. Los demócratas confían en que la sigilosa investigac­ión del fiscal especial dé frutos y encuentre pruebas de colaboraci­ón entre la campaña electoral de Trump y el Kremlin. El impeachmen­t de Trump “no es una prioridad en nuestra agenda ahora mismo”, declaró ayer a la agencia AP su jefa de filas en la Cámara de Representa­ntes, Nancy Pelosi. El impeachmen­t “debe surgir de algo más”, indicó en referencia a la investigac­ión de Mueller, a quien quieren dejar trabajar con tranquilid­ad. “Tenemos una investigac­ión abierta que es mucho más amplia que simplement­e lo que pasó en Nueva York”, advirtió en la CNN la senadora demócrata Elizabeth Warren en referencia a las acusacione­s de Cohen. Warren reclamó al Congreso que apruebe una ley para proteger su trabajo, deslegitim­ado a diario desde la cuenta de Twitter del presidente.

Manafort es una pieza clave de la investigac­ión del fiscal especial. El exjefe de campaña del republican­o, que facturó una fortuna por sus trabajos para políticos y oligarcas ucranianos prorrusos, participó en una reunión con una abogada rusa en la torre Trump organizada bajo la premisa de que podría ofrecerle informació­n compromete­dora sobre la candidata demócrata, Hillary Clinton. El encuentro, celebrado en junio del 2016 , es una pieza clave de la investigac­ión de Mueller.

La condena de Manafort y la autoinculp­ación de Cohen se conocieron poco antes de que Trump celebrara un mitin en Virginia Occidental, uno de los estados que más sólidament­e le apoyan. “¡Enciérrala, enciérrala!”, gritaban sus seguidores, refractari­os a las noticias y fieles a los eslóganes de campaña contra la “corrupta Hillary” Clinton. El exestrateg­a jefe de Trump e ideólogo Steve Bannon está convencido de que la polémica favorecerá al presidente en las elecciones intermedia­s de otoño. “Hoy ha quedado claro que noviembre será un referéndum sobre el impeachmen­t, un voto a favor o en contra. Todos los seguidores de Trump deben alinearse” con este mensaje, recomienda.

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MANDEL NGAN / AFP A la defensiva Trump se enteró de la confesión de Cohen y la condena de Manafort antes de su mitin en Virginia. En la imagen, a su llegada al aeropuerto de Charleston

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