Dictadura atómica
La inteligencia de EE.UU. lo advirtió tras la cumbre entre Kim Jong Un y Trump
Corea del Norte sigue con su actividad nuclear, según un informe de la Agencia Internacional de la Energía Atómica revelado por las agencias de noticias.
Corea del Norte sigue con su actividad nuclear, según un informe de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) citado ayer por las agencias de noticias, a pesar del supuesto acuerdo entre Kim Jong Un y Donald Trump el pasado 12 de junio en Singapur.
El informe, del que no se han dado detalles y que será presentado en septiembre a la asamblea general de la AIEA en Viena, no hace sino confirmar lo divulgado a medios de prensa por agencias de inteligencia estadounidenses a los quince días de aquel encuentro que Trump vendió al mundo como un gran éxito.
“La continuación y el desarrollo del programa nuclear de la República Democrática de Corea del Norte son extremadamente preocupantes”, afirmó el director general de la AIEA, Yukiya Amano, citado por France Presse. La agencia atómica, que no tiene acceso al hermético país desde el 2009, asegura que la central de Yongbyong sigue funcionando, que se está extrayendo y concentrando uranio en Pyongsan y que los norcoreanos están construyendo un nuevo reactor de agua ligera. De todas formas, la AIEA señala que “dado que la agencia sigue sin poder llevar a cabo actividades de verificación (...), su conocimiento del programa nuclear es limitado y, si se producen nuevas actividades nucleares en el país, ese conocimiento está disminuyendo”.
El mes pasado, funcionarios de Washington y analistas de inteligencia decían a la cadena NBC, a The Washington Post y a otros medios que Corea del Norte seguía con su programa nuclear, e incluso que estaría construyendo nuevos misiles intercontinentales Hwasong-15, los más poderosos de su arsenal. No aportaban datos, sin embargo. También salía a la luz la supuesta localización de una central de producción de uranio enriquecido –de cuya existencia EE.UU. “siempre sospechó”, según los expertos– a muy escasa distancia de Pyongyang, en la ruta entre la capital y el puerto de Nampo, en la localidad de Chillima, conocida por los norteamericanos como Kangson, su nombre durante la ocupación japonesa.
El caso es que el secretario de Estado, Mike Pompeo, asumió la versión dada por las agencias de inteligencia en una comparecencia ante el comité de Exteriores del Senado el pasado 25 de julio diciendo que los norcoreanos “siguen produciendo material de fisión”,
Pyongyang produce combustible nuclear, reconoce Washington, pero no existe un acuerdo al respecto
es decir, uranio enriquecido. Pompeo ya fue cauto tras la cumbre de Singapur cuando dijo que el pretendido desarme nuclear sería “un proceso, y no fácil”. Bien al contrario, Donald Trump se permitió decir que Corea del Norte “ya no es una amenaza”. Kim Jong Un se declaró entonces dispuesto a la desnuclearización de la península coreana si tenía garantías de que EE.UU. no atacaría su país. Washington exigía, por su parte, un desarme “verificable”.
Pero lo cierto es que en aquella cumbre no se definieron los términos de acuerdo alguno, o al menos no públicamente. Por tanto, es muy difícil acusar al régimen de Pyongyang de no estar cumpliendo nada, pues nada hay escrito, que se sepa.
Donald Trump, pese a todas las sospechas y advertencias de miembros de su Administración, mantenía su versión triunfalista en una entrevista a la agencia Reuters el pasado lunes: “Yo detuve las pruebas nucleares, detuve las pruebas de misiles. Japón está entusiasmado. ¿Qué va a pasar? Quién sabe, ya veremos”. Y, preguntado por su encuentro con Kim Jong Un, dijo: “Tengo buena relación con él, me gusta. Muchos dirán cómo puede gustarte, pero me llevo muy bien con él, tenemos buena química. Tengo buena química con Putin, también”.