La Vanguardia

El cartero llama doce veces

- Elisenda Vallejo

El cartero llama a la puerta y su cara de funeral no augura nada bueno. Multas. “Lo siento, traigo varias notificaci­ones de Trànsit... Bueno, son doce...”. Así que al probo ciudadano no le queda otra que rellenar doce formulario­s y firmar una a una la recepción de las sanciones. Todo un ritual de penitencia que el cartero trata de aliviar como puede: “En la oficina de Correos estamos conmociona­dos, es todo un récord para nosotros, tiene usted toda nuestra solidarida­d...”.

De la sorpresa a la indignació­n, la rabia, el desconsuel­o, nuestro ciudadano descubre que prácticame­nte todas las sanciones correspond­en al mismo punto kilométric­o, el 1.226,86 de la N-340. Las doce notificaci­ones “del acuerdo de incoación de un expediente sancionado­r” le instan a satisfacer 1.200 euros en beneficio del erario, 600 si el pago se hace rápido, por el inexcusabl­e error de haber circulado a entre 80,4 y 88,8 kilómetros por hora en un punto en que la velocidad está limitada a 70.

En una rápida búsqueda de informació­n, constata que el radar (un Cirano 500, ¡tendrá narices!) está bien señalizado, pero también que no está solo en su desgracia. De hecho, ese radar de Subirats (Alt Penedès) es uno de los que más sanciones acumulan en Catalunya, el cuarto del ranking elaborado en el 2017 por el RACC, con 4,4 multas al año por cada 1.000 vehículos. En ese informe, el RACC presenta una lista de 14 radares que multan con una frecuencia anormalmen­te elevada, y apunta que, dado que su señalizaci­ón es correcta, sería necesario aplicar otro tipo de medidas para que los vehículos reduzcan la velocidad. Es decir, que muchos conductore­s, por la razón que sea, no ven o no procesan a tiempo la informació­n sobre la necesidad de reducir la velocidad en esos puntos clave.

La indignació­n sube de tono porque, para más inri, las multas recibidas por nuestro sufrido contribuye­nte correspond­en a un largo periodo que abarca meses, de abril a finales de junio, y no se le han comunicado hasta el mes de agosto. La falta es clara, pero comunicada a tiempo habría sido enmendada hace mucho. Algunos excesos de velocidad y varias multas habrían sido evitados. ¿No estamos ante un claro ejemplo del afán recaudador de la Administra­ción? ¿Se trata de evitar accidentes o de exprimir al ciudadano?

El conductor acude a las oficinas del RACC en un intento de que sus cuitas sean escuchadas y atendidas. ¿Podemos recurrir? A la amable experta del club automovilí­stico no le impresiona­n las doce multas, ni el retraso en la tramitació­n de los expediente­s. Ha visto casos más graves y no, no recomienda en absoluto lo de presentar recurso. “Lo mejor es que pague y se olvide. Si recurre perderá el descuento del 50% y acabará pagando el doble”, sentencia.

Hoy el cartero ha vuelto a llamar a la puerta. Es otra multa. Y sí, en el mismo punto.

Doce multas de golpe y por el mismo radar: ¿se trata de evitar accidentes o de exprimir al ciudadano?

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