Fútbol y mujeres
IGNORO cuántos de los miles de espectadores que ven los partidos de fútbol de la Liga y la Champions por televisión son mujeres. Pero los anuncios que intercalan en el descanso están dirigidos en su mayoría a hombres. Es cierto que algunas marcas de coches que se publicitan ya incorporan a mujeres como protagonistas –ellas también compran vehículos–, pero entonces llegan esos spots sobre apuestas online en los que aparece un pretencioso representante de la varonía más rancia ocupando la pantalla y ya está claro cuál es lo que llaman el target. Sin embargo, diría que cada vez hay más féminas enganchadas al fútbol. Al fútbol masculino.
La sección de Deportes abre hoy con la final del Mundial femenino sub-20. Ya les aseguro que si hubiera jugado el Barça no habría discusión y los de Valverde ocuparían esa primera página porque tampoco hay que caer en la hipocresía. Los azulgranas mueven masas y la expectación por verlos y conocer sus andanzas es indiscutible. Su relevancia informativa tiene que ver con la proyección de una imagen de éxito social. Los futbolistas son ídolos mediáticos. Ellas no. Tampoco los maratonianos, por ejemplo. Y no pasa nada. Otra cosa es que las futbolistas ni siquiera existan. Algunos clubes –Barça, Atlético de Madrid y Athletic– han impulsado el fútbol femenino, seguramente pensando más en modernizar su imagen que por sincero interés, pero han detectado la corriente de fondo.
El deporte es un factor de socialización que nos moldea desde la infancia. Así que, si las jugadoras sub-20 de balompié llegan a la final del Mundial, quizá algo está cambiando entre los más jóvenes. Caen unas barreras y perduran otras. Siempre me sorprende la ausencia de mujeres que expliquen los partidos. Las periodistas deportivas hacen entrevistas, aportan datos, pero pocas conducen la transmisión. ¿Acaso un tono más agudo resta credibilidad a la narración? No, no debe ser eso. Al fin y al cabo, en los
GPS de los coches siempre es, por defecto, una voz femenina la que te guía por el buen camino…