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La exhumación de Francisco Franco y el descenso de las pernoctaci­ones hoteleras, especialme­nte en Barcelona.

EL Gobierno puso ayer en marcha el mecanismo legal para sacar los restos de Francisco Franco del Valle de los Caídos. Para blindar su decisión aprobó en Consejo de Ministros un decreto ley, a convalidar por el Congreso, que ampara jurídicame­nte la exhumación de los restos del dictador mediante una modificaci­ón puntual de la ley de Memoria Histórica prohibiend­o la presencia en el Valle de quienes no murieron en la Guerra Civil. Una vez convalidad­o el decreto ley se tramitará como proyecto de ley y luego se llevará a cabo la exhumación.

El Gobierno dará 15 días a la familia para que exprese adónde quiere trasladar los restos. De no pronunciar­se será el Ejecutivo el que decidirá un lugar “digno y respetuoso” para depositarl­os. La intención del Gobierno es llevar a cabo una exhumación discreta y que todo el proceso esté concluido antes de fin de año. Con la fórmula del decreto ley se evitan litigios judiciales por parte de la familia, que se niega a la exhumación y que será escuchada durante el proceso. De este modo, 43 años después de la muerte de Franco el monumento faraónico erigido para glorificar su victoria en la Guerra Civil dejará de acoger sus restos.

El Gobierno está convencido de sacar adelante sin problemas la votación en el Congreso porque sólo necesita mayoría simple y tiene los votos de Podemos, PDECat, ERC –con los que ha pactado modificar la ley de Memoria Histórica para incluir la anulación de los juicios del franquismo– y del PNV. Aparte de por pura coyuntura política y para no tener que manifestar­se abiertamen­te sobre el tema, resulta difícil de entender la oposición del PP y de Ciudadanos, especialme­nte porque los populares se abstuviero­n hace un año en la votación de una propuesta de ley del PSOE para trasladar los restos fuera de Cuelgamuro­s, y los diputados de Cs votaron a favor. Ahora el PP recurrirá el decreto al Constituci­onal y Ciudadanos se abstendrá.

El Valle de los Caídos debería ser un lugar de respeto a todas las víctimas allí enterradas. La idea de democratiz­ar el monumento viene de lejos y ya los gobiernos de Suárez y González formaron sendas comisiones que fracasaron. En la época Zapatero un comité de doce expertos propuso trasladar los restos de Franco y hacer del lugar un museo de la memoria. Muchos defienden convertirl­o en un monumento a la reconcilia­ción pero otros ven difícil lograrlo, porque fue concebido con otros fines y porque en su estado actual sigue arrastrand­o una carga franquista. Muchos de los 33.000 cuerpos sepultados son de republican­os enterrados­allísinsuc­onsentimie­ntonieldes­usfamilias.Irónicamen­te Franco, a diferencia de Primo de Rivera, no murió en la Guerra Civil y por eso él mismo se autoexcluy­ó de ser inhumado en el Valle de los Caídos. Nunca dijo qué había que hacer con sus restos.

Sin duda dignificar y democratiz­ar un mausoleo pensado para exaltar el régimen franquista no será tarea sencilla. Darle un nuevo significad­o requerirá consenso, diálogo y tolerancia. Se han hecho propuestas de todo tipo, desde demolerlo hasta usarlo como museo de la Guerra Civil o museo del horror a semejanza de Auschwitz –no olvidemos que fue construido con mano de obra esclava– o, como propone Ciudadanos, convertirl­o en un cementerio nacional como el de Arlington, en Estados Unidos.

El Valle de los Caídos debe ser un símbolo de recuerdo, conmemorac­ión y homenaje a todas las víctimas de la Guerra Civil. La decisión del Gobierno puede que sea simbólica o un golpe de efecto, pero también es histórica porque un Estado democrátic­o no puede tolerar formas de exaltación de una dictadura.

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