Respeto y miserias
Remei Margarit critica a quienes intentaron politizar los actos en memoria de las víctimas de los atentados terroristas de Barcelona. “(...) aparecieron unas pancartas de varios metros de altura y puestas desde alguna terraza, con escritos contra el Rey y también contra las instituciones democráticas. ¿Quién pudo haber hecho esto? Pues la respuesta parece sencilla, quizás los autodenominados Comités de Defensa de la República, unos grupúsculos ideados en el entorno de la fantasía puigdemontiana de dirigir un país fantasmagórico (...).
El pasado día diecisiete se hizo un homenaje a las dieciséis víctimas y a sus familiares en el aniversario del atentado terrorista de la Rambla y Cambrils. El Consistorio, en voz de su alcaldesa, dijo, de manera clara, que era un acompañamiento al duelo de los familiares que perdieron sus seres queridos, un acompañamiento al que quisieron asistir el Rey y la Reina y el presidente del Gobierno central y el de la Generalitat, y así se hizo con todo el respeto hacia el dolor de las personas que sufrieron las pérdidas familiares. Se ofrendaron flores y también un silencio respetuoso. El respeto es la muestra del principio de que todos somos iguales y, frente al dolor, tan sólo podemos acompañar. El respeto también tiene que ver con la dignidad de la condición humana; todos somos frágiles y cuando hay un hecho tan terrible como el que pasó el mes de agosto del año pasado, un año después tan sólo podemos mostrar nuestra compañía y nuestra vulnerabilidad.
Pero hay individuos y colectivos que de todo ello no quieren saber nada, tanto les da si la gente sufre o no y van a lo suyo. Después de haber dicho de mil maneras y desde las instituciones que no se politizara el acto de duelo ciudadanos, aparecieron unas pancartas de varios metros de altura y puestas desde alguna terraza, con escritos contra el Rey y también contra las instituciones democráticas. ¿Quién pudo haber hecho esto? Pues la respuesta parece sencilla, quizás los autodenominados Comités de Defensa de la República, unos grupúsculos ideados en el entorno de la fantasía puigdemontiana de dirigir un país fantasmagórico que tan sólo tiene en su cabeza de persona huida de la justicia. Y eso es una miseria moral, como también lo es el hecho de que de los 364 días restantes del año, el mismo día del duelo, por la tarde, se hiciese una manifestación frente a la cárcel de Lledoners, como si fuesen comparables unas personas inocentes atropelladas por un asesino yihadista a unos políticos presos porque, desde las instituciones en que representaban al Estado, se saltaron todas las leyes. Eso también es, a mi parecer, miseria moral, fuese quien fuese quien asistió allí.
Un país tan sólo se puede construir con ética o si no, no hay país, tan sólo una ambición de poder del tipo Macbeth que reniega de cualquier democracia.