Francisco Cubelos
Los palistas alemanes y las palistas húngaras arrasan en la cita de aguas tranquilas
Francisco Cubelos integra, junto a Iñigo Peña, la pareja del kayak que ayer logró una meritoria plata en la prueba del K2-1.000 en el Mundial que se celebra en Portugal, donde la selección española confía en conseguir más medallas.
Eso de aguas tranquilas es sólo una forma de hablar, una manera de distinguir las competiciones que se celebran en canales artificiales de las que tienen lugar en aguas abiertas. Todos los nervios del mundo se dieron cita ayer entre los miembros de la delegación española en el Mundial de Piragüismo sprint o en aguas tranquilas de la localidad portuguesa de Montemor-o-Velho, en una preciosa zona de arrozales y maizales de Coimbra. Los españoles sabían que la primera medalla podía llegar, a falta de lo que suceda hoy y, sobre todo, mañana, con la actuación del buque insignia español, el K4-500 con cuatro motores fuera borda: los brazos del incombustible Saúl Cravioto, de 33 años, y de los jóvenes Marcus Cooper, Cristiano Toro y Rodrigo Germade, de entre 23 y 28.
Y las expectativas no se vieron defraudadas. Francisco Cubelos e Iñigo Peña consiguieron la plata en la final de K2-1.000, en la primera gran jornada del Mundial, en la que destacó el dominio de Alemania en las pruebas masculinas y el de Hungría en las femeninas. Los alemanes obtuvieron el oro en C2-1.000, K2-1.000, la plata en C1-500 y en K1-500. A la impresionante cosecha de los hombres hay que sumar el bronce que también lograron en la prueba femenina de K2-1.000. Pero en las pruebas femeninas hubo unas reinas indiscutibles, las húngaras, que se impusieron con un dominio insultante en el K1-1.000 y en el K2-1.000, en la que las vencedoras llegaron con casi cuatro segundos de diferencia sobre las segundas, las polacas.
Las pruebas de ayer dejaron imágenes que los aficionados tardarán en olvidar. El aspecto del brasileño Isaías Queiroz dos Santos puede inducir a equívoco: parece muy poquita cosa al lado del alemán Sebastian Brendel, una montaña de músculos. Sin embargo, la velocidad de palada se impuso a la potencia... Y no fue la
SAÚL CRAVIOTTO (Sobre la final que disputa hoy) “Ganamos la serie que nos ha catapultado a la final del K2-200; lo hemos hecho bien y aún lo podemos mejorar”
MIGUEL GARCÍA Seleccionador español
“El reto está claro: la baza importante es el K4, pero también queremos cumplir los objetivos en el K2”
primera vez. Dos Santos ya acumula con el de ayer tres oros mundiales. ¿Qué pasaría si el fortísimo Brendel tuviera la velocidad de Dos Santos? Muy sencillo, esa combinación daría un atleta con una complexión perfecta para palear, como la del gigante Josef Dostal, el Craviotto de la República Checa, que ayer pulverizó a sus rivales en la final de K1-500, y amenaza con hacer lo mismo en la de K1-1000, que se celebrará hoy, con la participación de Roi Rodríguez, otra de las esperanzas de la delegación española.
Aunque la esperanza tiene un nombre y apellido: Saúl Craviotto, que necesita una serpentina más que una tarjeta de visita para su palmarés: cuatro medallas olímpicas, tres campeonatos del Mundo y tres más de Europa, entre otros títulos. Una anécdota explica el sentido de la competitividad de este héroe del Olimpo y agente de la policía nacional en Gijón (con largas excedencias, eso sí, y mimado por el Ministerio del Interior para que pueda competir). Después del oro en el K2200 que obtuvo en los Juegos de Río de Janeiro se tomó un año sabático para descansar. Entonces le llegó la propuesta de participar en la segunda edición del concurso Master Chef Celebrity. Hasta entonces no tenía ni idea de cocinar (un par de huevos fritos con patatas, como mucho). Se pasó meses como becario en el restaurante de un amigo. Y ganó.