El sarampión se ha colado en una Europa vacunada
Antivacunas, baja percepción de riesgo y menos segundas dosis, entre las causas
Los 41.000 casos de sarampión que Europa ha detectado en los últimos seis meses son una cifra muy superior a los registradas años anteriores. En el 2016 hubo 5.200, el año que menos. Y de repente, la escalada: el año pasado, casi 24.000, y este ya van 41.000 en medio año.
Las razones de este crecimiento tan sorprendente en un conjunto de países en general privilegiados por su nivel de acceso a las vacunas y con políticas sanitarias avanzadas son diversas. Mayor presencia de movimientos antivacunas, focos de pobreza derivados de la crisis, secuelas bélicas y una baja percepción del riesgo. Hace años que estos estaba controlado, ¿no?
Todas las posibles explicaciones del fenómeno convergen en un denominador común: somos más vulnerables de lo que se pensaba, y no mantener la presión preventiva abre oportunidades a una enfermedad muy contagiosa y evitable que, aunque lo habitual es que sea leve, llega a provocar muertes (unas 37 en Europa en este semestre).
Los países con más de mil casos de niños y adultos infectados son Rusia, Francia, Italia, Ucrania, Grecia, Georgia y Serbia. El brote de Ucrania es el más abultado, con más de la mitad de los casos, pero el conflicto bélico de estos años abrió un enorme agujero para las infecciones: faltaban vacunas, y la estructura sanitaria no podía garantizar la prevención.
Pero en el caso de otros países, como Francia, con más de 2.000 enfermos, la ventana por la que se ha colado el sarampión parece tener relación con la segunda dosis y cierta relajación. A pesar de que se introdujo esa dosis de recuerdo desde muy al comienzo de que se pudiera contar con la vacuna, los brotes más espectaculares han aparecido entre veinteañeros, lo que sugiere un bajón de la protección en personas que habían sido vacunadas de niños (90%). Pero con la segunda dosis, siempre baja algo la guardia (79%).
“El mensaje antivacunas también influye en esa relajación”, opina el epidemiólogo del Clínic Antoni Trilla. “Muchos de los que no dejan de vacunar a sus hijos acaban olvidándose de la segunda dosis si nadie les insiste. Y la idea de que ‘estas vacunas tampoco son tan buenas’ ayuda a dejarlo pasar. El mensaje cala incluso entre profesionales sanitarios. Cóctel perfecto. Es el fenómeno de los reticentes”, describe Trilla.
España se encuentra entre los buenos, países europeos que han eliminado sarampión y rubeola, al pasar 36 meses seguidos sin casos. Los detectados –203 entre enero y agosto– son todos importados. Los porcentajes de vacunación se mantienen muy altos, en torno al 97%. En Catalunya se han vacunado el 94,43% de los niños a los 12 meses y el 90,21% por segunda vez a los tres años.