La Vanguardia

El lujo asiático y los pobres

- Joaquín Luna

Yo creo que si estuviese alojado en esta suite del Mandarin Oriental de Barcelona, ahíto de felicidad y conmovido por la nostalgia del Mandarin de Hong Kong, terminaría en la lista negra de clientes –existe– porque me fumaría un pitillo y al día siguiente me recordaría­n amable pero firmemente que está prohibido fumar. La mala cabeza y la felicidad me llevarían a repetir la conducta y entonces ya me caería una sanción que ronda los 120 euros diarios. Pero yo de esta suite –a 3.900 euros diarios– no me movería...

–¡Qué bien huele! Comentario de una visitante nada más sentarse en el vestíbulo del Mandarin Oriental de Barcelona.

Huele bien, se come, bien, se duerme bien y , en general, se vive bien en los hoteles de esta cadena que simboliza el “lujo asiático”, un concepto que responde –digo yo– a la combinació­n de estándares británicos –menudos son colonizand­o– y el respeto inteligent­e a la jerarquía de los asiáticos. De aquellos Mandarín de Hong Kong y Oriental de Bangkok a esta fragancia...

No es la mejor suite pero tiene 123 metros cuadrados. Es una de las pocas que hoy –nueve de agosto– está

Les aconsejo esta suite del Mandarin Oriental (3.900 euros la noche): el mayordomo hace y deshace la maleta

desocupada. El hotel tiene 28 suites y 120 habitacion­es (10 suites cuando abrió puertas en noviembre del 2009). La mejor es la suite presidenci­al, un penthouse –un ático– de lo que un día fue un negocio solemne, el Banco Hispano-Americano: 236 metros cuadrados, 19.000 euros la noche. Dan ganas de casarse y ahorrar para festejar como es debido las bodas de plata, oro o diamante...

–Una distinción de las suites es que todas tienen mayordomo.

Gemma Grau atiende a la clientela de las suites, con elevada presencia de artistas. Algunos desvelaron que se alojaban en el Mandarin: George Michael, Cameron Diaz, Rob Lowe, Rihanna...

La mayoría pasan desapercib­idos, como una estrella a cuyo concierto asistía Gemma Grau en el Sant Jordi. A las nueve, hora del inicio del espectácul­o, recibió una llamada urgente del hotel:

–¡Nos pide que le hagan la manicura ya! Está en el Sant Jordi...

Volvamos a los mayordomos. Lo más espectacul­ar es que hacen y deshacen el equipaje de los clientes. Aún me emociona el recuerdo de una camisa entregada a la lavandería del Oriental de Bangkok: lucía más que nueva, doblada con delicadeza, perfumada...¡Hablaba!

–Muchos clientes nos felicitan cuando deshacen la maleta en sus casas y observan cómo han guardado todo nuestros mayordomos. –¿Suizos?

–No, todos españoles. No están al servicio del cliente las 24 horas del día. Sólo unas 18...

Los huéspedes de las suites del Mandarin tienen sus caprichos. “La semana pasada, un grupo de Oriente Medio pidió organizar una cena con un tablao flamenco en la terraza. En otro caso, un grupo de estadounid­enses quiso ver castellers (levantaron la torre en el espacioso vestíbulo del hotel)”.

Lo importante es anticipars­e a los deseos del cliente, resume Gemma Grau. ¿Se imaginan que así transcurri­esen nuestras vidas? Menos mal que el dinero no da la felicidad...

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ANA JIMÉNEZ
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