La Vanguardia

El Espanyol se luce en Cornellà y derrota al Valencia (2-0)

Los blanquiazu­les doblegan al Valencia en Cornellà con una exhibición de juego

- RAMÓN ÁLVAREZ

Espectácul­o y goles. Un partidazo. Se hace difícil de recordar un partido tan completo del Espanyol como el que ayer disputó ante todo un Valencia en el estreno del nuevo proyecto que lidera Rubi ante su afición. Los blanquiazu­les gustaron y se gustaron para acabar humillando a un rival con aspiracion­es que lleva 80 millones gastados en el mercado. Y los que caerán después de que su propietari­o, Peter Lim, y el superagent­e Jorge Mendes siguiesen juntos el duelo desde un palco privado de Cornellà.

Lo del Espanyol del ayer fue un festival. Un regalo para el sufrido españolism­o que ayer se reunió en el RCDE Stadium desafiando el verano y los incremento­s de cuotas. Un equipo atrevido, que salió a por todas y acabó llevándose un premio más que merecido. Rubi consiguió mejorar lo que el equipo ya ofreció en Balaídos en su estreno liguero planteando un once –créanlo– aún más ofensivo.

Decidió sentar a Víctor Sánchez de entrada para poner en su lugar a Granero, que estrenó titularida­d, y apostó por Sergio García en detrimento de Piatti buscando más profundida­d de la que le puede dar Borja Iglesias jugando solo en punta. Y apostó por el esquema que mejor le funcionó tras unos minutos de apuros ante el Celta: un 4-1-4-1 donde Marc Roca volvió a ejercer de pivote por delante de la defensa. El canterano firmó un gran partido para convertirs­e en el nuevo ídolo de la afición. Como Borja Iglesias, que se estrenó como ese esperado goleador perico en su segundo partido de Liga.

Más conservado­r se mostró Marcelino, que presentó en Cornellà un once casi idéntico al que debutó en Mestalla ante el Atlético, con el único cambio obligado de Diakhaby por el lesionado Garay en el eje de la defensa. El Valencia quizá fue un rival con menos ganas y menos intensidad que los gallegos, pero con más calidad. Y al Espanyol le costó asumir ese papel de protagonis­ta que fue a buscar desde el primer minuto. Pero, como en Vigo, consiguió asumirlo y, sobre todo, volvió a demostrar una gran solidez y solvencia defensiva cuando el rival tenía el balón.

Con la letal pareja que forman Rodrigo y Santi Mina en el ataque, los visitantes fueron los primeros en avisar de su peligro. Tuvieron en ese primer periodo hasta tres ocasiones desbaratad­as por un Espanyol muy solidario en defensa y por un Diego López aclamado por la grada. Aunque las más claras de esos primeros 45 minutos ya fueron para el Espanyol. Primero, una doble de Sergio García y Borja Iglesias cumplida la media hora de juego. El catalán cabeceó al larguero y el rechace cayó a los pies del gallego, quien pese a que trató de colocar el balón se encontró con un paradón sobre la línea de gol de Neto. La siguiente acción culminó con una volea de Hermoso que también detuvo Neto bajo palos. El meta valenciani­sta, de hecho, fue el mejor de su equipo evidencian­do la capacidad ofensiva de los blanquiazu­les.

La segunda parte empezó con susto para la enfervorec­ida grada de Cornellà: Granero tenía que sacar un balón que ya entraba en un córner botado por el Valencia. Nada que desequilib­rase a su equipo, porque éste ya no es aquel Espanyol que se convertía en un manojo de nervios cuando el adversario apretaba y se echaba irremediab­lemente para atrás. Todo lo contrario: en la siguiente acción Baptistão se iba para arriba y volvía a probar a Neto.

Los blanquiazu­les maduraban el gol mientras era el Valencia el que se convertía en un equipo apático. Y llegó en una acción a balón parado: un libre directo sobre la línea del área que Granero envió al larguero. El balón botó dentro y el VAR lo validó. Y en sólo cinco minutos, el Espanyol mató el partido. Baptistão volvió a probar una vez más al meta valenciani­sta. Borja Iglesias cogió el rechace para marcar a puerta vacía. El gallego, que volvió muy preocupado de Vigo por la acritud que demostró hacia él la afición del club donde se formó y por su falta de acierto ante meta pudo por fin desquitars­e con un gol de oportunism­o que vale lo mismo que los que pudo marcar y no marcó.

Mientras Marcelino trataba a la desesperad­a de buscar alternativ­as en el banquillo, Rubi seguía sin mostrarse conformist­a. Y

LOS PROTAGONIS­TAS

Marc Roca firmó un gran partido como pivote y Borja Iglesias pudo estrenarse como goleador

LA BOLA ENTRÓ Granero, que estrenó titularida­d, abrió el marcador con un libre directo que avaló el VAR

cuando decidió recurrir a sus hombres de refresco ya con ese 2-0 en el marcador, tampoco lo dudó: sentó a sus dos hombres de banda, fundidos, para que su lugar lo ocupasen otros dos jugadores con la misma o mayor profundida­d: Hernán Pérez y Piatti. En los últimos minutos también acabó saliendo Víctor Sánchez. Más para dar un merecido descanso a Granero que para ejercer de stopper, ya que a esas alturas el Espanyol jugaba a placer a un Valencia sin alternativ­as ni ideas.

De hecho, el último cuarto de hora de juego, con el Valencia ya entregado, ya fue de exhibición. De traca. Un auténtico baño a un grande para que la grada pudiese acompañar de olés cada pase de los suyos. Nada de dormir el partido. Porque este Espanyol nunca había estado tan despierto como lo estuvo ayer

Ahora, el principal reto para Rubi es tratar de imponer también su juego no ante equipos alegres y abiertos como los dos rivales a los que se ha enfrentado. La prueba de fuego la tiene el próximo domingo en Mendizorro­tza.

 ?? MONTSE GIRALT ?? Marc Roca celebra con Borja Iglesias y Dídac el gol del delantero gallego que sirvió para dar tranquilid­ad a su equipo
MONTSE GIRALT Marc Roca celebra con Borja Iglesias y Dídac el gol del delantero gallego que sirvió para dar tranquilid­ad a su equipo

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