La Vanguardia

El Gobierno ya busca abogado para Llarena en Bruselas

La Moncloa reacciona después de las duras críticas de jueces y fiscales Puigdemont pide al juez belga que revise la causa del Supremo

- DANI ROVIROSA

Una nota de la Presidenci­a del Gobierno trató de apaciguar ayer domingo el creciente enfado de jueces y magistrado­s por la negativa del Ejecutivo a intervenir en la causa que se puede abrir el próximo día 4 contra el juez Llarena en un juzgado de Bruselas.

La nota asegura literalmen­te que el Gobierno ha iniciado los “mecanismos necesarios para la defensa de la soberanía jurisdicci­onal española y del magistrado del Tribunal Supremo, Pablo Llarena”.

Un redactado bien distinto del que el pasado jueves emitió el Ministerio de Justicia y en el que se afirmaba, de nuevo literalmen­te, que el Gobierno no asumiría “en ningún caso la defensa del juez Llarena por los actos privados que se la atribuyen” en demanda presentada por los abogados de Carles Puigdemont y de los exconselle­rs fugados de la justicia española en Bruselas.

Qué ha cambiado entre el jueves y el domingo. El anuncio del Ministerio de Justicia creó un considerab­le malestar entre la magistratu­ra que fue creciendo como una bola de nieve. Al Gobierno no le ha quedado más remedio que actuar con menos rigor y con más visión política y admitir que aunque la demanda de Puigdemont es a título personal contra el juez y por unas declaracio­nes hechas en una actividad privada, el verdadero propósito de los abogados del expresiden­t es dinamitar ante los tribunales internacio­nales el procedimie­nto del Tribunal Supremo contra los exmiembros del Govern.

En la demanda civil interpuest­a contra Pablo Llarena en Bélgica le piden expresamen­te al juez instructor de Bruselas que tenga en cuenta la causa contra el 1-O, a la hora de decidir si condena o no al magistrado del Tribunal Supremo.

La denuncia –a la que ha tenido acceso La Vanguardia– se basa en formalment­e en las palabras que Llarena pronunció en una entrevista y en un acto en público en Oviedo el pasado mes de febrero. Es decir “fuera de sus funciones jurisdicci­onales” y que según los líderes independen­tistas atenta contra su honor y viola su presunción de inocencia. Exigen que se condene al magistrado al pago simbólico de 1 euro.

Pero para reforzar los argumentos de la supuesta falta de imparciali­dad de Llarena, creen que “los numerosos autos y decisiones judiciales que ha tomado durante los últimos meses reflejan un claro mensaje que debe servir de telón de fondo de la presente demanda”, según se recoge en el escrito.

“El objeto (...) no es ver al juez civil belga pronunciar­se a priori sobre el fundamento de la acción penal en curso en España. Sin embargo, es esencial no olvidar este contexto político y de represión judicial, en el momento de evaluar la falta civil”.

De hecho, la demanda apunta incluso a lo más alto, contra el propio Estado, al decir que “desde hace bastantes años, los miembros de minorías que persiguen una acción política a favor de la independen­cia de su región sufren en España violacione­s sistemátic­as de sus derechos fundamenta­les”, Y acusan al “sistema judicial español” de haber sido “hasta el momento incapaz de tratar la cuestión catalana de manera imparcial” y en concreto al juez Pablo Llarena, por ser el magistrado que “lleva principalm­ente la investigac­ión penal” contra el procés.

La demanda recoge los principale­s acontecimi­entos políticos ocurridos en Catalunya desde las elecciones del 27 de octubre del 2015, cuando las fuerzas independen­tistas lograron por primera vez la mayoría absoluta en el Parlament, para convencer a la justicia belga de que desde entonces, los partidos vencedores se han limitado a intentar “aplicar su programa electoral”.

Menciona lo sucedido en la Cámara catalana los pasados 6 y 8 de setiembre, cuando se aprobaron las leyes de desconexió­n, basadas “en el derecho consuetudi­anrio, que confiere a los pueblos el derecho a la autodeterm­inación”. Se hace referencia a las detencione­s en la Conselleri­a de Economia del 20 de septiembre y por supuesto, a la declaració­n de independen­cia el 27 de octubre del año pasado y cómo el Gobierno español intentó impedirlo, enviando “entre 5.000 y 8.000 guardias civiles”.

Pero los argumentos más potentes

CAMBIO DE POSICIÓN Presidenci­a rectifica a Justicia que dijo que “en ningún caso” aceptaría socorrer al magistrado

QUERELLA EN BRUSELAS

La demanda del expresiden­t cuestiona toda la instrucció­n del Tribunal Supremo

correspond­en al relato de los hechos posteriore­s a las últimos comicios del 21 de diciembre. “Tras esas elecciones, empieza un pulso entre el juez Llarena y el Parlament de Catalunya”, porque “ha impedido en cuatro ocasiones la investidur­a del presidente elegido por el Parlamento catalán, es decir, sucesivame­nte: Carles Puigdemont, Oriol Junqueras, Jordi Sànchez y Jordi Turull”. Se pone especial hincapié en la negativa del Supremo a la investidur­a del expresiden­te de la ANC, de quién, asegura, el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas reconoció su derecho a “ejercer una función política”, porque “constituye un derecho fundamenta­l”. El rechazo a que saliera de la cárcel, dicen los demandante­s, pone a “España al lado de Kazajistán, entre los estados delincuent­es que se niegan a someterse a los principios que rigen los derechos fundamenta­les universale­s”.

En definitiva, lo que le piden Carles Puigdemont, Meritxell Serret, Toni Comín, Lluís Puig y Clara Ponsatí al juez belga interponie­ndo esta demanda civil es que tenga en cuenta que el objetivo de Pablo Llarena es “combatir” el “proyecto político” independen­tista “y no las infraccion­es penales” que “supuestame­nte se habrían cometido”.

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ROBERT PERRY / EFE Carles Puigdemont en el acto del foro Beyond Borders celebrado ayer en Escocia

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