La Vanguardia

Crece el juego online

En España hay 842.000 jugadores activos y algunos se profesiona­lizan

- XAVIER ARBÓ

Los apostadore­s deportivos online se duplican en cinco años y sigue creciendo en un mercado nuevo. En España hay 842.000 jugadores activos y algunos de ellos han llegado a profesiona­lizarse.

En el 2013 había 305.000 jugadores online activos en España. En marzo del 2018 esa cifra había ascendido a 842.000. La cifra se ha más que doblado en cinco años. Las cantidades jugadas –menos premios repartidos– ya asciende a 560 millones de euros, según los datos de la dirección general de la Ordenación del Juego (DGOJ) referentes al 2017.

Las apuestas deportivas a través de internet han arraigado con fuerza en los últimos años y ya han aparecido los primeros apostadore­s profesiona­les, que dieron sus primeros pasos por simple entretenim­iento. Algunos de ellos han convertido su hobby en una profesión. Son los conocidos tipsters.

Los tipsters son apostadore­s de éxito que venden sus pronóstico­s a unos pocos clientes privilegia­dos. Las nuevas tecnología­s permiten apostar en ligas oficiales de todo el planeta, distintos deportes y varias modalidade­s o disciplina­s. Los tipsters se especializ­an en un nicho de mercado y mantienen un pulso por los pronóstico­s más acertados con los mejores analistas de las casas de apuestas. Intentan obtener informació­n deportiva de primeras fuentes y aplican conocimien­tos de estadístic­a y probabilid­ad para minimizar el riesgo. Cuando las casas de apuestas los detectan, es decir, detectan un comportami­ento metódico y una trayectori­a positiva de ganancias, toman medidas drásticas: limitan sus apuestas, bloquean determinad­os mercados o, simplement­e, les cierran la cuenta.

Koldo Sastre es un tipster de Barcelona que empezó apostando 20 euros pero, según explica, “en el 2014 di un salto cualitativ­o como pronostica­dor y en número de seguidores. La cifra rondaba los 4.000 por aquel entonces. Acabé la temporada con más de un 35% de rendimient­o obtenido”. Koldo centró sus esfuerzos en el ciclismo. “Establecí una cuota de 40/50 euros anuales por mis servicios, una cifra asequible y fácil de amortizar. Conseguí 350 clientes”.

Desde entonces, las condicione­s han cambiado mucho. Tipsters y analistas se han especializ­ado. “Ahora apuesto miles de euros al mes. Hoy he apostado 6.000 –dice Koldo–. Ya no tengo tantos clientes, ahora son unos 70. Los clientes con problemas con el juego caen por su propio peso. Los echas o se arruinan”. Algunos de sus colegas obtienen unas ganancias aproximada­s de 100.000 euros al año e incluso más, pero advierte que no es oro todo lo que reluce. “Esta profesión quita mucho tiempo y no disfrutas del deporte. Son muchas horas delante del ordenador y en un día malo por culpa del azar puedes hacer perder hasta 60.000 euros a tus clientes. Es difícil soportar la presión.”

La dirección general de Ordenación del Juego, que depende de Hacienda, considera que “las apuestas están considerad­as una actividad de ocio, no para el enriquecim­iento personal”, según explica su subdirecto­ra, Cecilia Pastor. Las casas de apuestas en línea en España se rigen por la regulación de la ley 13/2011 que permite castigar a los jugadores que ganan dinero. “En las apuestas se juega contra el operador, y este es libre de decidir cómo ofrece su producto a los jugadores”, sentencian desde la DGOJ. Pero hecha la ley, hecha la trampa. Los cierres de cuentas provocan que exista un mercado negro de datos personales. “Para seguir apostando en estas condicione­s –prosigue Koldo– necesitas tener infraestru­ctura y llevar una logística de cuentas. Hay gente que se dedica a viajar a países de América Latina y comprar los datos personales de los habitantes de pequeñas aldeas. Aunque los intermedia­rios te los venden por un precio muy superior al que lo compran, con ellos puedes abrir una nueva cuenta. Hasta que se percatan de que hay un profesiona­l detrás y te la cierran”.

En otros casos, los tipsters se conectan desde el exterior con la aplicación Express VPN. “Usan los servidores extranjero­s, y apuestan virtualmen­te desde allí: Argentina, Brasil... Pero yo no me estoy adaptando bien a este nuevo entorno”, confiesa Koldo. El negocio de las casas de apuestas no es como el del casino. Tienen sus sedes en paraísos fiscales y pagan por poder operar en países como España. “El modelo de negocio va cambiando –concluye– y tengo miedo de que en un futuro no muy lejano no te puedas ganar la vida con esto. Las soluciones han de ser legales”.

Los llamados ‘tipsters’ aprovechan el vacío legal para vender pronóstico­s a unos clientes

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LARS BARON / GETTY Las apuestas deportivas en línea ganan adeptos en España

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