Un exdiplomático vaticano acusa al Papa de haber encubierto abusos
El arzobispo Viganò denuncia que Francisco conocía las acciones de McCarrick
Las tormentas vaticanas caen en los peores momentos. El papa Francisco se ha esforzado estos dos días en Irlanda en afrontar y pedir perdón por la crisis de los abusos sexuales, pero en su segunda jornada de viaje una noticia procedente de Roma hizo tambalear el viaje.
El revés vino en forma de una dura carta escrita por el arzobispo italiano Carlo Maria Viganò, exnuncio (diplomático) en Estados Unidos, en la que pide la dimisión del Pontífice porque asegura que desde el 2013 ya tenía constancia de las acusaciones contra el cardenal estadounidense Theodore McCarrick, a quien el Papa sancionó en julio después de que afloraran pruebas creíbles de que había abusado sexualmente de un adolescente. Francisco entonces aceptó su renuncia y le suspendió de cualquier ministerio público, y le obligó a permanecer recluido hasta que un juicio canónico aclare su culpabilidad.
Pero ayer el exnuncio aseguró que él mismo informó al Pontífice de estas acusaciones cuando fue elegido. Según la carta, de once páginas, le dijo que McCarrick “cotiene rrompió a generaciones de seminaristas y sacerdotes y el papa Benedicto XVI le ordenó retirarse a una vida de oración y penitencia”. Viganò mantiene que Francisco hizo oídos sordos y le convirtió en su fiel consejero. “Sólo cuando ha sido obligado por la denuncia de un menor, y siempre en función del aplauso de los medios de comunicación, ha tomado medidas para salvaguardar su imagen mediática”, dice.
Viganò también denuncia en varias ocasiones la existencia de un “lobby gay” dentro de la curia –los conservadores críticos con el Papa consideran que la crisis de pedofilia que ver con la supuesta homosexualidad de muchos clérigos– para encubrir las acusaciones, por lo que cree que Francisco debería dar ejemplo de su política de tolerancia cero y empezar por renunciar él mismo.
Por el momento, la Santa Sede no ha ofrecido una respuesta a esta carta, que se basa en acusaciones personales. Y es que no es ningún secreto que Viganò no es un admirador del pontífice argentino. Representante de las facciones más tradicionalistas de la curia, fue nombrado arzobispo por Juan Pablo II en 1992. Después entró en el cuerpo diplomático vaticano, una de las áreas más influyentes. Su nombre sonó con fuerza durante el escándalo Vatileaks en el 2012, cuando fueron publicadas algunas cartas donde rogaba no ser transferido a Washington cuando era gobernador de la Ciudad del Vaticano. Francisco le hizo renunciar a su
Protesta
Francisco sancionó al cardenal de EE.UU. en julio tras acusaciones creíbles de que había abusado de un menor
Viganò, que fue relevado de su cargo por Francisco, forma parte de los grupos conservadores críticos
puesto de nuncio en EE.UU. en el 2016, en parte como castigo por haber organizado el desastroso cara a cara con la funcionaria de Kentucky Kim Davis, famosa por su negativa a entregar licencias matrimoniales a parejas homosexuales, en su propia residencia de Washington durante el viaje apostólico del 2015. Desde que volvió a Roma, Viganò forma parte del grupo de voces conservadoras muy críticas con la visión del papa Francisco.
Pero aunque pueda existir una mala relación entre Viganò y Bergoglio, la carta no deja de tener importancia. Es otra señal de que los críticos a su papado se están viendo reforzados y están dispuestos a todo para dañar su credibilidad. El portavoz del grupo de supervivientes de abusos Ending Clergy Abuse, Peter Isely, publicó ayer un comunicado en el que avisaba que las facciones de la curia están “explotando la crisis de los abusos y las víctimas como una herramienta en la lucha por el poder en la Iglesia”. Queda por ver cuánta será la repercusión de la acción de Viganò para el Pontífice.