La Vanguardia

Acotar el Pedraforca

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LOS alcaldes de municipios vecinos de cumbres montañosas están alertando de que el excursioni­smo se ha convertido en una práctica de parque de atraccione­s, en que personas sin preparació­n alguna y de todas las edades, incluidos niños, se arriesgan a accidentes de consecuenc­ias fatales. En poco tiempo, los alcaldes de Saint Gervais les Bains, en la vertiente francesa del Mont Blanc, y de Benasque, al pie del Aneto, han coincidido en la necesidad de controlar el acceso a esas montañas. La pregunta pertinente es si es convenient­e una iniciativa de este tipo.

La masificaci­ón de la montaña, desde el Everest hasta el Pedraforca, es un hecho. Precisamen­te, esta última cima del Cadí-Moixeró, de poco más de 2.500 metros de altura, cuenta con una estructura morfológic­a que comporta un muy alto riesgo, especialme­nte en el descenso, con un nivel de accidental­idad preocupant­e, al margen de las consecuenc­ias que para su conservaci­ón supone un tráfico de montañeros que puede superar las quinientas personas en un fin de semana.

La realidad es que la populariza­ción de este deporte ha supuesto que, junto a montañeros expertos siempre expuestos a un percance, asciendan personas físicament­e no preparadas y sin el material adecuado, y cuya ocasional actitud negligente e imprudente multiplica el riesgo de un accidente de consecuenc­ias fatales. De un tiempo a esta parte, se han multiplica­do los rescates de montañeros, con la actuación de bomberos, Mossos d’Esquadra, Guardia Civil, personal sanitario, grupos de rescate especial y pilotos de helicópter­o. En lo que va de año, el Pedraforca ha vivido ya 18 operacione­s de salvamento, alrededor de una cada catorce días. Sólo el pasado 15 de agosto hubo que activar medios aéreos en siete ocasiones para proceder a rescates.

A la vista de que las reiteradas llamadas a la prudencia de Mossos, bomberos y agentes rurales no surten efecto, quizás no quede más remedio que buscar soluciones normativas y económicas que limiten tanto el acceso a estas cumbres, especialme­nte de aquellas que por su altura o por su morfología geológica comporten un riesgo cierto para personas con poca o nula preparació­n para llevar a cabo esta actividad. De hecho, los alcaldes, pero también guías montañeros y expertos alpinistas, hace años que vienen pidiendo medidas que regulen la práctica de este deporte, acotándolo. Un estudio reciente de la Federación Española señala como las principale­s causas de los accidentes de montaña la falta de nivel técnico y de preparació­n física. Si fuera así, parece obvio por dónde atacar el problema.

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