La Vanguardia

¿Hablamos del infierno?

- Josep Miró i Ardèvol

Hoy pocos hablan del infierno, casi ni los curas; bueno, Francisco sí se refiere a él, y mucho, y es que a la gente que siente muy dentro la injusticia impune le es difícil ignorar el juicio, y la posibilida­d del castigo. Si el mal existe, el infierno es su correlato.

Agosto es un buen momento para reflexiona­r sobre él, y no, no es por el calor, porque el infierno no es un lugar ni un tiempo. Las dimensione­s espacio-tiempo y sus fenómenos físicos se quedan para esta vida. Lo que sucede es que es un mes que facilita pensar por cuenta propia.

Creo que el infierno puede entenderse como algo semejante a aquel día en que uno se siente profundame­nte disgustado consigo mismo. Percibe que algo decisivo e irreversib­le ha hecho mal, y le corroe por dentro una angustia que devora el corazón, y todo lo que hace y piensa, se siente atrozmente marcado. Pues bien, esta sensación elevada a su máxima intensidad es la que debe sentir después de la muerte el culpable no redimido, al contemplar la propia vida con toda claridad. Libre de las ataduras, las pasiones y los intereses de este mundo. Es el momento en que contempla horrorizad­o todo lo que de malo ha hecho, que ya sabía y al mismo tiempo ha querido ignorar, justificán­dose ante uno mismo de mil maneras distintas con razones falsas.

Todo este terrible malestar que devora sin permitir un momento de calma, lo experiment­a en unas condicione­s donde el tiempo ya no existe (y a eso, antes de entenderlo mejor, lo hemos llamado eternidad). Nada existe excepto tú. Todo es presente interminab­le, envuelto en el sufrimient­o que la propia lucidez provoca. Es uno mismo quien se juzga y condena, porque ahora no puede evitar acceder a la realidad completa que le ofrece, inexorable­mente, la propia conciencia liberada de intereses carnales.

Está solo, aunque tiene conciencia de su Presencia, pero ahora sabe que es inalcanzab­le porque nunca la ha querido. Ya no puede acudir a Él, ni refugiarse en nada, ni en nadie, ni tan siquiera en los recovecos de sus secretos tan ocultos que casi ha llegado a olvidarlos, o al menos a no padecer por ellos. Ha tenido toda una vida para actuar de otra manera y no lo ha hecho, ni tan siquiera en los instantes finales, cuando ha preferido creer que sólo venía la nada. Pues no, nada se ha terminado, y ahora él con su conciencia ampliada percibe aterroriza­do la inacabable soledad.

Esto sí, quizás, puede ser el infierno.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain