La Vanguardia

No tirar al retrete

Las lentes de contacto contribuye­n a la contaminac­ión por microplást­icos y amenazan la vida acuática al acabar en los estómagos de la fauna

- ANA PEÑALVER

La Universida­d del Estado de Arizona ha presentado en Boston (Estados Unidos) una investigac­ión que muestra lo que le ocurre a las lentes de contacto después de su uso y cómo estas pueden amenazar la vida acuática si se tiran por el sumidero del lavabo o por el inodoro, una práctica muy extendida entre los usuarios.

Esta pionera investigac­ión indica que estos materiales se descompone­n en microplást­icos que terminan en los estómagos de la fauna de ríos y mares.

La situación se considera de gravedad porque estos productos tienen una obsolescen­cia muy corta, algunas de las lentillas son de un uso diario y no existe una forma establecid­a para desecharla­s por lo que muchos usuarios deciden tirar estas por el resuave trete. Los científico­s que han colaborado en el informe advierten de los problemas que puede causar esta práctica ya que estos desechos podrían contribuir a la contaminac­ión por microplást­icos de los ríos.

Las lentes que se van por el desagüe terminan finalmente en las plantas de tratamient­o de aguas residuales y el equipo investigad­or estima que en cualquier sitio de entre seis y diez toneladas métricas de lentes de contacto terminan en las aguas residuales estadounid­enses cada año.

El informe cataloga de “reto” a lo que les ocurre a estas lentes cuando acaban en desagües y retretes, en primer lugar porque son transparen­tes, lo que dificulta su localizaci­ón en las plantas de tratamient­o de aguas residuales. Además, los compuestos de los que están fabricadas son diferentes a otros residuos plásticos, no están hechas de propileno como el que tiene casi cualquier objeto (desde baterías de coches hasta ropa). Se fabrican con una combinació­n de siliconas y fluoropolí­meros para lograr un material más que permita la entrada de oxígeno al ojo. Por lo que no está claro como afecta el tratamient­o que se realiza en las aguas residuales a las lentillas.

“Los microbios de las instalacio­nes de tratamient­o de aguas alteran la superficie de las lentes, debilitand­o los ligamentos de los polímeros plásticos”, explica Varun Kelkar, miembro de la investigac­ión. “Cuando el plástico pierde parte de su estructura y se rompe, se producen partículas de plástico más pequeñas que terminan siendo microplást­icos”, añade.

El informe indica de los daños que pueden producir estos microplást­icos en entornos acuáticos ya que los animales los confunden con alimentos y como no son digeribles, afectan al sistema digestivo de la fauna marina. “Las lentillas tienden a ser más densas que el agua (se hunden) y esto supone una amenaza especial para los peces que se alimentan en el fondo de ríos o del mar y que podrían ingerirlas”, precisa Rolf Halden, miembro de la investigac­ión.

Además el informe expone que estos animales son parte de la cadena alimentari­a, por lo que en ocasiones son a su vez alimento de los seres humanos, de forma que, involuntar­iamente, también se exponen a contaminan­tes plásticos.

La investigac­ión se ha realizado con respecto a la población estadounid­ense. Según este informe hay unos 45 millones de personas en EE.UU. que usan lentes de contacto. “El equipo comenzó a investigar sobre el mercado de lentillas en Estados Unidos y la conducta de sus usuarios lo interesant­e fue que entre el 15% y el 20% de ellos las tiran por el lavabo o por el inodoro”, explicó Charlie Rolsky en la presentaci­ón de estos resultados ante la American Chemical Society.

De los 45 millones de personas que usan lentillas en EE.UU., 9 millones se deshacen de ellas en el baño

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RYANKING99­9 / GETTY En las plantas de tratamient­o de EE.UU. han hallado hasta 10 toneladas de lentes

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