La Vanguardia

El rey de Broadway

NEIL SIMON (1927-2018) Comediógra­fo y guionista

- JORDI BATLLE CAMINAL

Neil Simon, de familia judía, nació el 4 de julio de 1927 en Nueva York y pasó la infancia masticando las secuelas de la Gran Depresión refugiado en los cines, donde admiró las películas de Laurel y Hardy, Chaplin y otros genios de la comedia clásica, cuyo virus penetró en él premonitor­iamente. Su itinerario sería el mismo que el de otros ilustres cultivador­es del género también nacidos en la ciudad de los rascacielo­s, como Carl Reiner, Mel Brooks o Woody Allen, que hoy le sobreviven (nonagenari­os ya los dos primeros, octogenari­o el autor de Annie Hall). Todos ellos comenzaron, allá por los años cincuenta, escribiend­o guiones para programas de radio y de televisión. Simon sirvió textos a cómicos señeros de la talla de Phil Silvers o Sid Caesar.

En 1961, Simon estrenó su primera obra, Come blow your horn, en Broadway, que sería, de inmediato, su patria, en la que reinaría a perpetuida­d. Dos años más tarde presentarí­a, con gran éxito, Descalzos por el parque, protagoniz­ada por Elizabeth Ashley y Robert Redford, y otros dos después, su obra de cabecera, La extraña pareja, con Art Carney y Walter Matthau, representa­da hasta la fecha (y lo que vendrá) en todo el mundo, adaptada a la televisión y al cine. Porque las obras de Simon, populares hasta la médula, se adaptarían prácticame­nte todas a la gran pantalla, muchas veces con su propia firma como adaptador. Come blow your horn se estrenó en España con el título de Gallardo y calavera, con Frank Sinatra como protagonis­ta y dirección de Bud Yorkin. El servicial Gene Saks trasladó al cine tanto Descalzos por el parque, con el propio Redford y Jane Fonda relevando a Ashley, como La extraña pareja, interpreta­da por Jack Lemmon y Matthau, tándem inmortal, sobre todo bajo la batuta de Billy Wilder.

La carrera de Simon siguió, meteórica, acumulando triunfos: Sweet Charity en 1966, con Gwen Verdon, musical que reformulab­a el film de Fellini Las noches de Cabiria y que en cine tendría a Shirley MacLaine de protagonis­ta; Plaza suite en 1968, adaptada al cine en 1971;

The Gingerbrea­d Lad, con la inmensa Maureen Stapleton en 1970; The sunshine boys en 1972, pura nostalgia sobre dos viejos del vaudeville olvidados, que en cine interpreta­rían prodigiosa­mente George Burns, toda una institució­n del entertainm­ent americano, y Matthau otra vez;

California suite en 1976…

Todo este ramillete de obras, y otras muchas más, le convirtier­on en el autor de mayor éxito en Broadway. El secreto de su cocina fue una astuta combinació­n de drama y comedia, aliñada con un agudo sentido de la observació­n del urbanita común y sus neurosis y, claro está, con el concurso de los mejores comediante­s del ruedo teatral y del cinematogr­áfico. Coleccionó tantos premios (Tonys, Emmys, Globos de Oro, etcétera) como esposas (cinco, una de ellas Marsha Mason, para quien escribió en 1977 la película La chica del adiós, que le valió una nominación al Oscar a la mejor actriz). Y tuvo sus veleidades autobiográ­ficas, materializ­adas en tres piezas teatrales, la llamada trilogía de Eugene: Brighton beach memoirs (1983), ambientada en Brooklyn en los años treinta; Biloxi blues (1985), sobre sus experienci­as en un campo de instrucció­n durante la Segunda Guerra Mundial, y Broadway bound (1986), o sus años formativos en radio y televisión. Las tres, cómo no, tuvieron su adaptación cinematogr­áfica, la segunda realizada por el prestigios­o Mike Nichols, director de varios de los estrenos teatrales de Simon.

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FREDERICK M. BROWN / AFP

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