La Vanguardia

Jóvenes y disciplina­dos

Sesenta estudiante­s del IBStage llegados de 19 países del mundo llenan este agosto las aulas del Institut del Teatre nueve horas al día

- MARTA CAMPABADAL BERTA REVENTÓS

Aparenteme­nte es una mañana tranquila de agosto en Montjuïc. Pero solo lo parece, porque si una se acerca al Institut del Teatre en seguida ve que allí hay movimiento. Se trata del IBStage, un curso de tres semanas dirigido a jóvenes de entre 14 y 18 años que se quieren dedicar profesiona­lmente al ballet.

Las aulas están llenas de los 60 participan­tes de 19 países del mundo, selecciona­dos de entre 300 aspirantes. Se nota en sus miradas de concentrac­ión, en la exigencia de los profesores –que no dudan en parar la música cuando algo no es “perfecto”– y en la dedicación de nueve horas diarias, que lo que hacen estos jóvenes realmente les apasiona.

Así lo ve Leo Sorribes, director del stage y cofundador del Ballet de Catalunya, compañía que nació hace poco más de un año. Él considera que “los alumnos de este curso saben adónde quieren llegar y están acostumbra­dos a trabajar duro, porque la disciplina del ballet es extrema”.

Más que una pasión, el ballet es un modo de vida por el que jóvenes de todo el mundo luchan para llegar a un sueño con nombres propios: Mariinski de San Petersburg­o, Royal Ballet de Londres, New York City Ballet o Paris Opera Ballet, entre otros. Sin embargo, no supone sólo un esfuerzo físico y mental sino también económico: tres semanas de formación en IBStage cuestan 1.500 euros, sin contar alojamient­o ni dietas, que asciende a unos 800 euros más, billetes de avión a parte.

Sorribes admite que “es dinero, pero el IBStage es el primero a nivel mundial en preparació­n de futuros profesiona­les”, alega. Y afirma también que el stage no está hecho para hacer dinero, sino que es una inversión, un proyecto a largo plazo que permite, de un lado atraer a público, y de otro, dar a conocer a grandes bailarines.

La Fundación Banc Sabadell costea el curso a algunas personas que tienen el talento pero no se lo pueden permitir. Quizás por los altos precios o por la falta de arraigo cultural, el ballet todavía es visto en Catalunya como un arte inaccesibl­e. Contra eso luchan los organizado­res del IBStage, no solo cofinancia­ndo la formación si es necesario sino también dejando las puertas abiertas de forma gratuita a todos los ensayos del curso. Para Leo, “lo más importante es acercar la danza a las personas, y conseguir que se identifiqu­en con ella”. El director también confiesa que “el ballet parece muy rígido, pero eso es solo una imposición, una cosa que nos han hecho creer”.

Además, la oferta tiende a propuestas poco arriesgada­s que no ayudan a involucrar al público e interesarl­o por obras más innovadora­s que el muy revisitado Lago de los Cisnes. El director del IBStage opina también que esta poca formación del público del ballet hace que “se impresione­n por compañías rusas que tal vez son de tercera”, y que no valoren lo que se hace en casa.

Con la intención de que esto cambie, Leo Sorribes y Elías García decidieron crear el Ballet de Catalunya, una compañía “para representa­r a los catalanes”, declara Sorribes. El nombre “Catalunya” decidió ponerse precisamen­te para que la sociedad haga suya la compañía y se cree, poco a poco, una cultura de la danza que todavía no existe en nuestro país. Además, el Ballet de Catalunya transita por diversos estilos, desde ballet clásico, pasando por neoclásico y contemporá­neo, para abarcar así al máximo de público y géneros posibles.

Proyectos como este stage hacen que el nombre de ballet y el de Barcelona, vayan cada vez más de la mano. De cara al año que viene, el IBStage no sólo se repetirá en el ya habitual Institut del Teatre barcelonés, celebrando su décimo aniversari­o, sino que se extenderá también a Seúl (Corea del Sur) “para llegar al público asiático, crecer, y estar así en otras partes”, dice Sorribes. En la corta carrera de un bailarín, que va de los 18 a los 40 años aproximada­mente, oportunida­des como este stage pueden dar un impulso esencial para convertir su forma de vida y su sueño, en su profesión.

El próximo año, en ocasión de su décimo aniversari­o, IBStage quiere estar no sólo en Barcelona sino en Seúl

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ANA JIMÉNEZ IBStage acoge a jóvenes de entre 14 y 18 años que quieren dedicarse profesiona­lmente al ballet

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