A Valverde aún no se le detecta fecha de caducidad
Cuando el polaco Michal Kwiatkowski ganó el Mundial de Ponferrada en el 2014 se hizo merecedor del apodo: el nuevo Valverde, le pusieron. Cuando el francés Julian Alaphilippe se hizo este año con la Flecha Valona y la Clásica de San Sebastián se ganó el apelativo: el sucesor de Valverde, lo bautizaron. Al joven holandés Mathieu van der Poel se le mira y se susurra: se parece a Valverde. Pero hay un problema. Alejandro Valverde Belmonte nunca se va. No tiene fecha de caducidad. Con 38 años, sigue al pie del cañón, con cuerda para rato, ganando, como ayer en el Caminito del Rey, un puerto de tercera categoría, uno de esos finales que le iban y le van como anillo al dedo.
Con razón trabajaron Amador y Oliveira para descolgar a los sprinters en la subida. Porque casi 15 años después de su primer triunfo de etapa en la Vuelta, el 14 de septiembre del 2003 en Envalira, Valverde (Movistar) no se marcha.
A falta de medio kilómetro el murciano se fue a por De Plus, lo atrapó, jugó con Kwiatkowski y levantó los brazos. “He calculado muy bien la distancia. Yo sabía que mis sensaciones eran buenas. Así que me he sorprendido y no me he sorprendido a mí mismo”, reconoció, antes de no descartarse para la general. “Iré paso a paso, día a día”.
Kwiatkowski (Sky) es quizás el ciclista más en forma de este inicio de la Vuelta, a la que llega tras arrasar en el Tour de Polonia. Sin embargo, en la crono de Málaga se topó con un superespecialista como Rohan Dennis y ayer en un final empinado se le cruzó otro que le dejó con la miel en los labios. Como consuelo, le queda el maillot rojo de líder.
No se puede decir lo mismo de Nibali y Porte, que al segundo día ya se han quedado sin opciones. El italiano del Bahrain perdió cuatro minutos, el australiano de BMC se desentendió y se dejó ¡trece!