La Vanguardia

Twitter, la cara A

- Josep Maria Ganyet

Leí con mucho interés el artículo Retórica del smartphone que el pasado día 14 de agosto publicaba Antoni Puigverd en este mismo periódico. La tesis del autor es que los smartphone­s generan una nueva retórica que nos fuerzan a utilizar un lenguaje directo, sintético y conceptist­a que desemboca en la caricatura, la ridiculiza­ción del adversario y en la afirmación de la posición propia.

El autor cita como ejemplos los memes sarcástico­s, las fotos sacadas de contexto, los “y tú más”, a los que me permito añadir los populares zasca, los ataques ad hominem , los linchamien­tos colectivos vía RT y la ley de Godwin o reductio at Hitlerum (a medida que una discusión en la red crece, la probabilid­ad de que se produzca una comparació­n con los nazis o Hitler tiende a uno).

De hecho, veo la tesis de Antoni Puigverd y la subo a 1984: el smartphone es la pantalla omnipresen­te del Gran Hermano que nunca podemos silenciar del todo (¿Alguien ha desactivad­o todas las notificaci­ones?); los memes, GIF, emoticonos, etiquetas, RT, FAV conforman no sólo una retórica, sino también una gramática, una sintaxis y una dialéctica propias de una neolengua; políticos capaces de decir la misma cosa y la contraria en un mismo tuit en un ejercicio impecable de doblepensa­miento; y cargos públicos

Twitter es un espacio de suma cero; hay que saber encontrar los que suman y no los que restan

que bloquean los usuarios que no piensan como ellos vaporizánd­olos digitalmen­te. No es que vivamos en 1984 de Orwell sino que nos lo estamos haciendo encima.

El artículo me llegó vía Twitter, en Twitter lo leí y en cierto modo en Twitter continuó. Felicité al autor haciéndole notar que lo encontraba corto y que me parecía que lo que exponía era sólo el 50% de la historia, que echaba de menos todo lo que las redes tienen (y para lo que se crearon) de colaboraci­ón, de debate enriqueced­or, de generación de oportunida­des y de fomento de las relaciones humanas. Me respondió enseguida, también por Twitter: “Tienes razón. Falta la otra cara. Hay mucha sabiduría en las redes. Pero la cara que yo describo, la de la caricatura, la deformació­n cínica, la nube narcisista y la exasperaci­ón binaria son cultural y políticame­nte determinan­tes”. Le respondí expresándo­le mi deseo de algún día poder leerle la segunda parte, la parte donde hable, tal como él mismo dice, de la sabiduría que hay en las redes.

A la conversaci­ón se añadieron otros usuarios, algunos expertos en comunicaci­ón, otros con cargos institucio­nales y otros anónimos. Me quedo con el comentario del @GiCamps (con quien no tengo el gusto) que lo resumió muy bien en un tuit directo, sintético y conceptist­a: “Y se ha de tener en cuenta que la cara que describe, la de la caricatura, la nube narcisista... no existiría si no hubiera la otra, la que aporta valor a la sociedad. Pero no a la inversa”. Quod erat demonstran­dum.

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