La Vanguardia

“Eres lo que recuerdas, pero... casi todo es medio inventado”

Tengo 57 años. Nací en Huambo, corazón de Angola, y vivo en la isla de Mozambique. Tengo dos hijos angoleños, Carlos (21) y Vera (13), y una hija mozambique­ña, Kianda (1 mes). ¿Política? Sin dioses, sin reyes, sin fronteras. He recibido el Premi Llibreter

- ANA JIMÉNEZ VÍCTOR-M. AMELA José Eduardo Agualusa, escritor angoleño

Agualusa, curioso apellido... Es un arcaísmo propio de antiguos marinos portuguese­s para las estelas luminosas en el agua del océano. ¿Estelas luminosas?

En la oscura noche, a veces el agua emite fosforesce­ncias azuladas, a causa de la noctiluca, organismo unicelular bioluminis­cente.

¿Hay marinos entre sus ancestros?

Sí.

Los portuguese­s han dejado muchas huellas por el mundo...

Pero yo soy angoleño, ¡eh!

Angola era colonia portuguesa, en la costa occidental de África.

Como Mozambique, dónde ahora vivo, en la costa oriental. Cuándo llegué... ¡la reconocí!

¿Qué quiere decir?

Que sentí cómo si ya conociese ese lugar, como si ya hubiese estado antes ahí.

Algún antepasado marino portugués...

O algún remoto esclavista árabe... Y me pasó lo mismo con mi actual mujer, que es mozambique­ña y que se llama Yara...

¿Qué le pasó con ella?

Me enamoré... ¡cómo si la conociese, como si hubiese estado enamorado de ella desde siempre! Lo asombroso es que en mi segunda novela, escrita hace quince años, ¡aparece una mujer mozambique­ña llamada Yara!

¿Cómo se lo explica?

Porque quizá el tiempo no sea lineal, quizá el tiempo no “pasa”, sino que es circular y “está”, el tiempo “es”, y vivimos en él.

Jung aventuró que era plausible “recordar” el futuro...

Es lo que me ha sucedido con Yara: yo hace quince años ya “recordaba” a esa mujer fascinante con la que hoy convivo.

¿Por qué dejó usted Angola?

Mi país tiene muchísimos problemas. Su capital, Luanda, es la más cara del mundo...

Resuma esos problemas en uno.

¡Corrupción!

Sin eso, ¿cómo sería Angola?

Un país próspero, con petróleo, diamantes, bosques, puertos... hoy muy mal gobernado.

¿Desde cuándo?

Desde su independen­cia, en 1975, a la que siguió una guerra civil que se prolongó, a saltos, hasta el año 2000.

¿La vivió usted?

Claro, en Angola hubo guerrilla desde que yo nací, en 1960, hasta que el ejército portugués se fatigó en 1975... y dejó caer Angola.

Cosas como Tenía ¿Por reportero terribles. ejemplo? usted 15 Peores de años: guerra de ¿qué las en que otros vio? vi países. después

No, Sí, ¿Pasó todos no quiero miedo, teníamos contarlas. usted miedo, y su ¡pero familia? la euforia desbordaba de Era una usted fiesta, el independen­tista, eufóricos. miedo! Nos sentíamos pues... reyes

¡Siempre! ¿Qué de la metrópoli relación La explotació­n lisboeta mantienen de era Angola aberrante. angoleños por parte y portuguese­s? De amor-odio. Ahora los jóvenes portuguese­s musical hablan en Portugal con jerga es angoleña, el angoleño y Anselmo el héroe Ralph, ¿A qué y el se baile dedicaban es el kizomba sus padres? angoleño.

Impartían mientras clases a obreros se construía de la la empresa vía férrea. ferroviari­a, Mis veranos avanzando eran por vivir selvas con ellos y páramos... en el vagónaula,

¡Qué literario!

El tren se detenía al anochecer, en medio de la nada, y mi padre bajaba y montaba cerca una pantalla de cine: salía gente de la selva, de no sé donde, a ver las películas...

¿Recuerda qué películas?

Documental­es sobre Pelé. Era un héroe, eran los años 60, 70... A veces la guerrilla dinamitaba las vías y descarrilá­bamos...

Parce realismo mágico.

¡Sí! Mis lecturas juveniles eran el brasileño Jorge Amado y el colombiano García Márquez... y todos los del boom latinoamer­icano: hay algo africano en ese realismo mágico. Amado y Márquez... ¡son africanos transterra­dos! Angola vive ese surrealism­o diario.

¿Me pone un ejemplo?

Los colonizado­res habían colmatado un lago. Construyer­on encima. Declarada la independen­cia, ¡el lago afloró! Y lo engulló todo. Fue detrás de mi casa: lo vi con mis ojos.

Telúrica metáfora de la libertad...

Un día, en Angola desapareci­ó en la pista del aeropuerto ¡un Boeing entero! Nunca se ha vuelto a saber nada de aquel avión.

Cuenta en su novela que una mujer vivió 35 años encerrada en su piso...

Hubo una temporada en que la vida en Angola era tan tensa que me planteé no volver a salir de mi casa. ¿Cuánto podría resistir? De esa emoción nacería mi novela.

¿Las mejores historias brotan en tiempos revueltos?

Cuando el Estado se ausenta, emerge la condición humana, ¡lo peor y lo mejor!

¿Qué querría usted olvidar?

¡Nada! Soy partidario de recordar: eres lo que recuerdas, aunque lo que crees recordar... suela ser medio inventado.

Si escribiese un libro sobre su vida, ¿con qué escena arrancaría?

Con el día en que reconocí a Yara, mi mujer.

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VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

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