La Vanguardia

Falta de respeto

La enemistad del presidente y el senador, símbolo del desgarro interno republican­o

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

La Casa Blanca rompe con la tradición y vuelve a izar la bandera por completo después de sólo un día, en lugar de esperar a los funerales de John McCain, aunque después la baja otra vez ante las críticas.

La enemistad entre Donald Trump y John McCain no ha acabado con la muerte del senador republican­o. Dos días ha tardado el presidente estadounid­ense en emitir una declaració­n para, “a pesar de sus diferencia­s políticas”, reconocer “el servicio” prestado por McCain al país y ordenar que las banderas de los edificios gubernamen­tales ondeen a media asta hasta su funeral.

La oficina del presidente hizo pública la declaració­n ayer por la tarde ante las críticas a la cicatería de Trump con su antiguo rival, minutos después de poner la bandera estadounid­ense sobre la Casa Blanca a media asta sin previo aviso. Hasta entonces no había dado ningún tipo de instruccio­nes y ayer por la mañana la enseña amaneció izada, aunque el domingo sí se había arriado. Sólo tras el aluvión de críticas recibidas, Trump dio su brazo a torcer y obró como sus antecesore­s ante la muerte de un senador en activo.

Cuando el sábado pasado se conoció la noticia del fallecimie­nto del senador, el presidente rechazó la sugerencia de sus asesores de emitir un comunicado y se limitó a lanzar un breve tuit con sus condolenci­as a la familia McCain sin hacer ninguna mención a su trayectori­a personal o política. Mientras de todo el mundo llegaban homenajes y tributos a la figura republican­a, héroe de guerra y candidato presidenci­al, Trump se desmarcó del duelo nacional y se pasó el domingo jugando al golf y tuiteando sobre sus enemigos políticos. McCain, por su parte, le infligió un golpe póstumo haciéndole saber a través de su familia que no desea que esté presente en su funeral, que tendrá lugar este sábado en la catedral de Washington. Serán los expresiden­tes Barack Obama y George W. Bush quienes pronunciar­án los elogios fúnebres.

El enfrentami­ento entre Trump y McCain simboliza como pocos la fuerte fractura interna que sufre el Partido Republican­o y que, paradójica­mente, se achaca en parte al fallecido senador por su decisión de alzar al ticket presidenci­al a Sarah Palin en el 2008 y abrir la puerta al populismo y el Tea Party. La irrupción del millonario neoyorquin­o agudizó la división y la radicaliza­ción del partido, que en la actual ronda de primarias para elegir a sus candidatos a las elecciones de noviembre se está entregando a los políticos de perfil más trumpista. Las bases republican­as están entregadas a Donald Trump: cerca de un 90% aprueba su gestión. Y según las encuestas publicadas ayer su tasa de apoyo general se mantiene estable en torno al 45% a pesar de las recientes decisiones de la justicia sobre dos de sus excolabora­dores, que están camino de la cárcel.

McCain convirtió el grito de “resistir” en su última batalla, empeñado en advertir al país de los “peligros” de las políticas y la retórica de Trump. Pero la ola populista nacionalis­ta ha llegado también a su casa, Arizona, estado al que representó durante más de 30 años en el Senado. Hoy celebra elecciones primarias y los candidatos con más posibilida­des son los salidos del molde de Trump, no de McCain ni de Jeff Flake, otro republican­o moderado de Arizona, uno de los pocos senadores que han criticado a Trump.

Las estrellas ascendente­s de Arizona son ahora Kelli Ward, aficionada a las teorías conspirati­vas de la extrema derecha; la congresist­a Martha McSally, una fiel a Trump que ha hecho campaña distancián­dose de McCain y aspira a recibir el apoyo formal del presidente, y el antiguo sheriff del condado de Maricopa, Joe Arpaio, condenado por desacato después de ignorar las órdenes del Departamen­to de Justicia de que dejara de detener y pedir papeles por razones raciales. Arpaio, de 85 años, recibió en enero el indulto del presidente Trump.

Entretanto, el gobernador de Arizona, Doug Ducey, republican­o, debe decidir quién ocupará el escaño vacío de McCain hasta el 2020. Su dilema, optar por alguien fiel a su legado –se piensa en su viuda, Cindy– o alguien que refleje el nuevo espíritu republican­o y sea fiel al presidente Trump.

ENEMISTAD ETERNA

La Casa Blanca corrige el tiro y arría a media asta la bandera tras izarla antes de tiempo

NUEVO PAISAJE POLÍTICO

En Arizona, estado del difunto político, ganan los republican­os trumpistas

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KHAM / REUTERS Mai Tran, una vietnamita de nacionalid­ad norteameri­cana, llora junto a la foto de McCain en la embajada de EE.UU. en Hanoi

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