Falta de respeto
La enemistad del presidente y el senador, símbolo del desgarro interno republicano
La Casa Blanca rompe con la tradición y vuelve a izar la bandera por completo después de sólo un día, en lugar de esperar a los funerales de John McCain, aunque después la baja otra vez ante las críticas.
La enemistad entre Donald Trump y John McCain no ha acabado con la muerte del senador republicano. Dos días ha tardado el presidente estadounidense en emitir una declaración para, “a pesar de sus diferencias políticas”, reconocer “el servicio” prestado por McCain al país y ordenar que las banderas de los edificios gubernamentales ondeen a media asta hasta su funeral.
La oficina del presidente hizo pública la declaración ayer por la tarde ante las críticas a la cicatería de Trump con su antiguo rival, minutos después de poner la bandera estadounidense sobre la Casa Blanca a media asta sin previo aviso. Hasta entonces no había dado ningún tipo de instrucciones y ayer por la mañana la enseña amaneció izada, aunque el domingo sí se había arriado. Sólo tras el aluvión de críticas recibidas, Trump dio su brazo a torcer y obró como sus antecesores ante la muerte de un senador en activo.
Cuando el sábado pasado se conoció la noticia del fallecimiento del senador, el presidente rechazó la sugerencia de sus asesores de emitir un comunicado y se limitó a lanzar un breve tuit con sus condolencias a la familia McCain sin hacer ninguna mención a su trayectoria personal o política. Mientras de todo el mundo llegaban homenajes y tributos a la figura republicana, héroe de guerra y candidato presidencial, Trump se desmarcó del duelo nacional y se pasó el domingo jugando al golf y tuiteando sobre sus enemigos políticos. McCain, por su parte, le infligió un golpe póstumo haciéndole saber a través de su familia que no desea que esté presente en su funeral, que tendrá lugar este sábado en la catedral de Washington. Serán los expresidentes Barack Obama y George W. Bush quienes pronunciarán los elogios fúnebres.
El enfrentamiento entre Trump y McCain simboliza como pocos la fuerte fractura interna que sufre el Partido Republicano y que, paradójicamente, se achaca en parte al fallecido senador por su decisión de alzar al ticket presidencial a Sarah Palin en el 2008 y abrir la puerta al populismo y el Tea Party. La irrupción del millonario neoyorquino agudizó la división y la radicalización del partido, que en la actual ronda de primarias para elegir a sus candidatos a las elecciones de noviembre se está entregando a los políticos de perfil más trumpista. Las bases republicanas están entregadas a Donald Trump: cerca de un 90% aprueba su gestión. Y según las encuestas publicadas ayer su tasa de apoyo general se mantiene estable en torno al 45% a pesar de las recientes decisiones de la justicia sobre dos de sus excolaboradores, que están camino de la cárcel.
McCain convirtió el grito de “resistir” en su última batalla, empeñado en advertir al país de los “peligros” de las políticas y la retórica de Trump. Pero la ola populista nacionalista ha llegado también a su casa, Arizona, estado al que representó durante más de 30 años en el Senado. Hoy celebra elecciones primarias y los candidatos con más posibilidades son los salidos del molde de Trump, no de McCain ni de Jeff Flake, otro republicano moderado de Arizona, uno de los pocos senadores que han criticado a Trump.
Las estrellas ascendentes de Arizona son ahora Kelli Ward, aficionada a las teorías conspirativas de la extrema derecha; la congresista Martha McSally, una fiel a Trump que ha hecho campaña distanciándose de McCain y aspira a recibir el apoyo formal del presidente, y el antiguo sheriff del condado de Maricopa, Joe Arpaio, condenado por desacato después de ignorar las órdenes del Departamento de Justicia de que dejara de detener y pedir papeles por razones raciales. Arpaio, de 85 años, recibió en enero el indulto del presidente Trump.
Entretanto, el gobernador de Arizona, Doug Ducey, republicano, debe decidir quién ocupará el escaño vacío de McCain hasta el 2020. Su dilema, optar por alguien fiel a su legado –se piensa en su viuda, Cindy– o alguien que refleje el nuevo espíritu republicano y sea fiel al presidente Trump.
ENEMISTAD ETERNA
La Casa Blanca corrige el tiro y arría a media asta la bandera tras izarla antes de tiempo
NUEVO PAISAJE POLÍTICO
En Arizona, estado del difunto político, ganan los republicanos trumpistas