El Congreso anticipa un curso áspero con PP y Cs a la ofensiva
Como no hubo debate sobre el estado de la nación en julio se ve que había mono. La diputación permanente, que se reunió ayer durante más de ocho horas, se convirtió en un anticipo de lo venidero: un debate duro, aunque con formas serenas, que repasó todas las controversias de la agenda política de estas semanas, de los lazos amarillos a la llegada de inmigrantes, y donde se dibujó con márgenes muy precisos el nuevo mapa de situación política para lo venideros: PP y Ciudadanos serán un frente conjunto y monolítico –aunque con diferencias de matiz en su discurso– contra el Gobierno de Pedro Sánchez, cuyos aliados son también un frente más numeroso aunque menos monolítico.
De las comparecencias solicitadas –27, aunque algunas de ellas fueron retiradas–, no se aprobó la del presidente Pedro Sánchez para que diese explicaciones por la supuesta implicación que el PP denuncia de su ministro de Fomento, José Luis Ábalos, en un caso de financiación ilegal, una votación que el Gobierno acabó ganando –tras repetirse por un empate– gracias al apoyo final de Unión del Pueblo Navarro, que pareció suscribir finalmente las acusaciones que el resto de grupos vertieron sobre esa comparecencia: se basa en una noticia falsa ya desmentida.
En cambio, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, sí comparecerá para explicar la política penitenciaria aplicada a presos de ETA y la devolución en caliente de más de un centenar de inmigrantes, otro de los asuntos del verano que durante la diputación permanente de ayer volvió a dibujar dos enfoques: el de los grupos que hicieron presidente a Pedro Sánchez, y el de PP y Ciudadanos. Eso sí, Podemos y sus confluencias, que aplaudieron efusivamente la acogida del Aquarius, están de uñas con la inesperada aplicación del acuerdo de 1992 para la expulsión inmediata.
Por supuesto, los lazos amarillos en el espacio público y el papel de las fuerzas del orden –estatales y catalanas– en la gestión de los altercados callejeros también tuvieron su encendido debate, en el que el diputado de ERC Gabriel Rufián acusó a los diputados de PP y Ciudadanos de difundir deliberadamente noticias falsas o tergiversadas sobre agresiones, y el portavoz del PDECat, Carles Campuzano, llamó a la serenidad de todos, negando que en Catalunya exista una situación de violencia, a la vez que expresaba su convencimiento de que nadie en la sociedad catalana quiere otra cosa que una solución política.
Al final, además de GrandeMarlaska, comparecerán (a petición propia o por la votación, esta semana y la que viene) el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, para hablar de las autopistas de peaje y de los VTC; la ministra de Transición Energética, Teresa Ribera, para hablar del almacén de residuos nucleares paralizado; el ministro de
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Exteriores, Josep Borrell, para informar de la crisis nicargüense; el ministro de Agricultura, Luis Planas, que tendrá que dar explicaciones del acuerdo pesquero con Marruecos; la ministra de Política Territorial, Meritxell Batet, para hablar de las negociaciones con Catalunya, y la ministra de Trabajo y Migraciones, Magdalena Valerio, para hablar de su estrategia.
El PP salió de la diputación satisfecho y convencido de que se había hecho patente la debilidad del Gobierno, sin mencionar la evidente pugna por la hegemonía del discurso opositor.