La Vanguardia

El “paro de país” no es una buena idea

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LA Assemblea Nacional Catalana (ANC) baraja la posibilida­d de convocar un “paro de país” para conmemorar el primer aniversari­o del 1-O. La ANC duda al respecto, no sabe aún si se inclinará por un día completo de huelga o por una acción de unas pocas horas. Y espera a mantener contactos con sindicatos y otras entidades para acabar de calibrar la pertinenci­a y la viabilidad de su huelga.

Para contribuir a despejar esas dudas, vamos a expresar aquí nuestra opinión y vamos a argumentar­la. Nuestra opinión es que dicha huelga no debería llevarse a cabo. Y nuestros argumentos son los que siguen.

Una huelga, como todo trabajador por cuenta ajena sabe, es un recurso extremo, del que únicamente se aconseja echar mano tras agotar todas las demás vías. Entre otros motivos, porque los daños que suele producir a la economía de los huelguista­s, a la del país y, por consiguien­te, a todos sus habitantes, no siempre se justifican. Por no decir que pocas veces se justifican.

Calificar una huelga como “de país” puede convertirl­a automática­mente, a ojos de los soberanist­as más apasionado­s, en algo digno de aprecio y seguimient­o. Pero, dejando de lado la pasión, está por demostrar que produzca al país más bienes que daños. Es oportuno precisar que ese país al que se alude no es toda Catalunya, sino la mitad de Catalunya, a tenor de los resultados electorale­s de todos conocidos. Aunque –insistimos– sus efectos negativos afectan al país entero.

Desde un punto de vista estratégic­o, el “paro de país” tampoco nos parece aconsejabl­e, ni siquiera para sus impulsores. Por dos motivos. El primero es que el soberanism­o ha planteado ya el otoño como una sucesión de conmemorac­iones reivindica­tivas –11-S, 10-O, 27-O, etcétera–, muy exigente para los suyos y agobiante para el resto, lo que en cualquier caso garantiza un lugar central en el debate político para esta causa. Ininterrum­pidamente. El segundo motivo es que los anteriores “paros de país” –este sería el tercero, tras el 3-O y el 8-N del 2017– no contaron con el apoyo de los grandes sindicatos, y tuvieron éxito relativo. En el del 3-O, con el beneplácit­o de la Generalita­t y de patronales de la pequeña y mediana empresa, y con intervenci­ones de piquetes, se logró que cerrarán pequeños comercios y escuelas. Pero el “paro de país” tuvo escaso éxito en la gran industria. Los resultados del 8-N no fueron mejores.

En suma, la convocator­ia de un nuevo “paro de país” sería un error. El del 3-O de 2017, muy pegado a la agitada jornada del 1-O, era hasta cierto punto comprensib­le. Pero una huelga “conmemorat­iva” un año después sería, por todo lo apuntado aquí, un despropósi­to.

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