Claudio Lotito
Ultras del Lazio reparten octavillas para impedir que las aficionadas se sienten en las primeras filas
PRESIDENTE DEL LAZIO
Los responsables del club de fútbol italiano del Lazio, presidido por Claudio Lotito, se muestran incapaces de poner orden en sus gradas, donde los ultras dan rienda suelta a su antisemitismo y se permiten discriminar a las mujeres.
Sin mujeres en la trinchera del Lazio. La nueva temporada de la Serie A italiana comenzó atropellada para los tifosi de uno de los dos equipos romanos después de que sus ultras ofendieran a muchas de las aficionadas al fútbol: en su primer partido de campeonato aparecieron unas octavillas en la curva norte donde pedían que las diez primeras filas de las gradas sólo fuesen ocupadas por hombres.
“La Norte para nosotros representa un lugar sagrado. Un ambiente con un código no escrito que respetar. Las primeras filas, desde siempre, las vivimos como si fuesen una trinchera. En su interior no admitimos mujeres, esposas ni novias, por lo que las invitamos a colocarse de la fila diez hacia atrás. Quien elige el estadio como alternativa a una jornada despreocupada y romántica en Villa Borghese (el mayor parque del centro de Roma), que vayan a otros sectores”, rezaban las octavillas.
Los panfletos estaban firmados por Diabolik Pluto, el apodo para Fabrizio Piscitelli, líder de los irreductibles, como se hacen llamar los hooligans del Lazio. Son los mismos aficionados que el año pasado escandalizaron al fútbol mundial al empapelar la curva del estadio con pegatinas de Anna Frank vestida con la camiseta del AS Roma en el derbi local. La supuesta broma insultante pretendía que una de las más conocidas víctimas de los nazis, símbolo de la Shoah, anima al Roma. No le hizo gracia a nadie. La jugada de los ultras comportó el rechazo de toda Italia, desde las más altas instituciones, la protesta de la comunidad judía y una investigación de la Federación de Fútbol Italiana (FIGC) que terminó con una multa de 50.000 euros por antisemitismo que a muchos les supo a poco.
Este nuevo episodio también ha comportado la apertura de una investigación que estudiará si hay discriminación de género. Pero sobre todo, la ira de muchas seguidoras del equipo. Un comunicado de un grupo anónimo asegura que ellas también ven la curva como un “lugar sagrado” pero se sienten “indignadas por esas once líneas escritas en negro sobre blanco y hechas circular de mano en mano antes del partido”. “Nosotras nos distanciamos de aquellos laziali que no dan el justo valor a la norte con comportamientos poco adecuados, pero también nos distanciamos de aquellos laziali que con gestos y palabras no se acuerdan que fueron llevados al mundo por una mujer”, añaden.
Para la famosa presentadora televisiva Manila Nazzarro, exmiss Italia y una gran aficionada del Lazio, las octavillas son “algo infantil, escrito con gran ligereza por hombres que quieren hacer una jauría”. La entrenadora del primer equipo femenino del AC Milan, Carolina Morace, pidió que se les prohíba entrar al estadio.
“El sexismo también es violencia. El mundo del fútbol debe ayudar a acabar con cualquier forma de discriminación en lugar de exacerbarla, como sucede a menudo”, dice.
Desde el club han querido tomar distancia y aprovechar que el revuelo mediático ha sido más bien leve para poner agua de por medio. Su portavoz, Arturo Diaconale, dijo que ellos no sabían nada del asunto. “Lo he encontrado políticamente incorrecto, nosotros estamos contra cualquier tipo de discriminación. Se trata de un grupo aislado de tifosi, no de la mayoría”, explicó a Il Messagero. “Esta no es la posición del club, estamos en contra de cualquier discriminación”. Pero lo cierto es que los hooligans del Lazio tienen un buen historial de episodios muy polémicos. Todavía se recuerda el gesto de su excapitán Paolo Di Canio, famoso por conseguir trasladar el espíritu fascista de los estadios italianos al campo de juego. Paolino, como le llamaban, nunca escondió su fascinación por Benito Mussolini y se tatuó las letras Dux en el brazo para el aplauso de los irreductibles. En un derbi contra el Roma en el 2005 pasó a la historia como el futbolista fascista que al final del partido celebró la victoria de su equipo con un saludo romano. La FIGC volvió a abrir una investigación, pero lo más preocupante entonces fueron los tímidos aplausos de comprensión viril hacia el líder de un equipo que había llevado a los suyos a la victoria.
El panfleto dice que “quien elige el estadio como un día romántico que vaya a otros sectores”