La Liga de las estrellas, estrellada
LA Liga de las estrellas ha empezado esta temporada más bien estrellada. Un estadio de Primera, el del Rayo Vallecano, precisaba una urgente y evidente remodelación cuya ejecución, con una sorprendente falta de previsión, no ha llegado a tiempo y ha habido que suspender algunos partidos. Otro campo, el del Valladolid, acabó la reimplantación del césped cuatro días antes de jugar contra el Barça con el resultado de que, en apenas unos minutos de partido, el verde manto se convirtió en un patatal que puso en un riesgo innecesario a los jugadores.
La Liga ha abierto un expediente al equipo de Pucela y trata de encontrar un estadio y fechas para que el equipo madrileño pueda atender sus compromisos en el campeonato. De momento, el del domingo próximo contra el Athletic está suspendido y no se sabe cuántas semanas tardarán en culminar las obras de remodelación. En cualquier caso, lo sucedido revela una ineficiencia y falta de previsión por la que hay que pedir responsabilidades no sólo a los clubs, sino también a la entidad que organiza el campeonato, la Liga Profesional que preside el polémico Javier Tebas, que para más desconcierto de todos acaba de descolgarse con la celebración de al menos un partido de Liga en Estados Unidos, lo que ha soliviantado a los jugadores, cuyos representantes no fueron consultados. El ordeno y mando sigue siendo divisa para algunos.
El hecho más grave, sin embargo, es el del campo del Rayo, donde a pesar de estar en obras, se jugó el primer partido del campeonato, ante el Sevilla. Al terminar el encuentro, un niño de cuatro años se precipitó por un hueco entre vallas y material de derribo y de construcción, sin que, afortunadamente, resultase herido. Pero es evidente que se rozó la tragedia. El partido no se hubiera tenido que celebrar. ¿Quién lo autorizó? El dueño del estadio, que es la Comunidad de Madrid; el club, que es el encargado del mantenimiento de la infraestructura, y la Liga Profesional, que es la que debe velar por el buen funcionamiento del campeonato. Todos son a partes iguales los responsables de no haber previsto algo que era evidente: el penoso estado del estadio vallecano y su urgente remodelación. Por tanto, deben ser ellos los que asuman la culpa de un estado de cosas que amenazan con convertir la Liga en impracticable. La temporada que el fútbol español ha dado un paso adelante con la instalación del VAR, la Liga ha retrocedido años a causa de la ineficiencia de quienes deberían velar por su normal cumplimiento. Lo peor es que no habrá dimisiones.