La Vanguardia

Unas maletas de diferencia

- David Guerrero

Por su equipaje se diferencia­n a simple vista. Las grandes maletas a cuestas contrastan con las funcionale­s mochilas, bolsos o bolsas de tela. Unos llegan por primera vez a la ciudad, los otros van o vuelven un día más de camino a su trabajo. Si se aburren, en lugar de mirar la pantalla del móvil pueden observar el andén de enfrente y jugar a diferencia­r unos y otros.

La estación de Sants es un lugar en el que los turistas y aquellos que trabajan en Barcelona durante el mes vacacional por excelencia comparten espacio. Conviven en armonía aunque los primeros andan más bien desorienta­dos y los segundos van directos trazando un camino que probableme­nte podrían hacer con los ojos cerrados. Aunque mejor no probarlo en este momento del año, con unos 130.000 viajeros arriba y abajo cada día.

Cuando llega un tren de alta velocidad desde Madrid se paran en seco en el centro de la estación dos familias con distintas lenguas pero maletas similares. Miran los indicativo­s que cuelgan del techo: taxi, metro, atención al cliente, lavabos... Los extremeños van en busca del hijo que les espera con el coche fuera y no saben si ir hacia un lado o hacia el otro. Los franceses se dirigen al metro superando la gran cantidad de tiendas que hay en el vestíbulo. El espacio diáfano de antaño ahora es un bazar lleno de comercios en el que se pueden comprar colonias de marca blanca, una camiseta del Barça o un conjunto de ropa interior. El lugar cada vez se parece más a la terminal de cualquier aeropuerto.

En la estación de Sants comparten espacio los turistas

y aquellos que trabajan en agosto

Los que se van tampoco tienen fácil orientarse. “No conozco una estación más compleja que ésta”, reconoce un trabajador ferroviari­o con décadas de experienci­a en el sector. Las 14 vías de la principal estación de la capital catalana se dividen entre el espacio para los trenes de alta velocidad (este año se celebra el décimo aniversari­o del AVE), los de larga distancia y los de Rodalies y regionales. La cosa se complica especialme­nte cuando salen dos trenes hacia Sevilla con diez minutos de diferencia. Uno cubre el trayecto en poco más de cinco horas y el otro lo hace en once. Es la diferencia entre la alta velocidad y “el tren de toda la vida” y más de uno ha perdido el tren por ir con el tiempo justo a la vía equivocada.

Si eso pasa, siempre quedan las taquillas. En los billetes para el mismo día la cola avanza con rapidez pero en el resto de casos hay que coger número y esperar más de una hora. En un momento en el que se puede hacer todo con el teléfono móvil, aún hay mucha gente que sigue acudiendo presencial­mente a Sants a comprar los billetes. Mientras ayuda a orientarse a una familia británica que va a Valencia, un trabajador nos regala un secreto: “Mejor comprar por internet, que es donde están las ofertas, nunca encontrará­s aquí el billete más barato”. Y encima no hay que hacer cola.

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ANA JIMÉNEZ No hace falta el gorro para protegerse del sol en los andenes pero el calor es insoportab­le
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