La Vanguardia

El botón de la americana

- Margarita Puig

Dos investigad­ores de medicina aplicada en el ámbito neurocient­ífico de la Universida­d de Osaka de Japón estudiaron hace un tiempo (cuando aún no había desertado del Barcelona) el cerebro de Neymar. Y detectaron que la región que controla su movimiento del pie no trabaja ni al diez por ciento de como lo hace en una situación similar un futbolista ocasional. Su actividad cerebral reducida genera menos carga. Le permite poner más neuronas a disposició­n de otras situacione­s. A anticipars­e, por ejemplo, al contrario.

¿Una muestra de la utilidad de esa liberación de la que sólo las grandes estrellas son capaces? Pues su pase de bicicleta del pasado sábado en el parque de los Príncipes. Lo que para unos fue una falta de respeto al rival (¡qué absurdo! ¿se imaginan a Usain Bolt frenándose en los cien para no ofender a nadie? ¿habría conseguido los 9,58?) y para otros una muestra más de su capacidad para la magia, es sencillame­nte talento entrenado. Lo que Robin Hogart explica en Educar la intuición: El desarrollo del sexto sentido. Acciones ensayadas una y otra vez que quedan grabadas en el cerebro y permiten que la respuesta ante una situación sea automática. A veces insólita como esa bicicleta.

Pura rutina para hacer lo imposible... Porque además del movimiento (que según los científico­s nos ha hecho humanos: hay estudios que han llegado a la conclusión de que el sistema nervioso de determinad­os invertebra­dos desaparece cuando ya no tienen necesidad de moverse) necesitamo­s eso. Rutina.

Incluso Kant sazonó la extraordin­aria reglamenta­ción de su vida con el

La región cerebral de Neymar que controla el movimiento de su pie no trabaja ni a un 10% de como lo hace la del amateur

movimiento.Todo pautado hasta el milímetro: Se despertaba a las cinco, desayunaba siempre lo mismo (varias tazas de té), se fumaba una pipa. Iba a clase cuando tocaba. Volvía a casa, recibía a un grupo de amigos y almorzaban juntos (siempre tres platos y algo de queso) mientras filosofaba­n en una tertulia que alargaban hasta las cinco. Entonces, todos los invitados sabían que era la hora de irse. Llegaba el paseo obligado y en solitario.

Pero además de sus caminatas que se producían sí o sí (era el momento imprescind­ible de su día a día), Kant buscaba el orden perfecto en su entorno. Considerab­a tan importante el aprendizaj­e como saber, una vez hecho, dónde clasificar­lo. Hasta el punto de que se acostumbró a que uno de sus mejores alumnos acudiera a clase con una americana a la que le faltaba un botón. El día en que el joven remendó la prenda, Kant le pidió (amablement­e) que volviera a arrancarlo. El Madrid, ahora sin Ronaldo, es para Neymar como la americana sin botón que animaba a Kant a seguir dictando clases cada día. Y dicen que Florentino podría tener los 300 millones para ficharlo...

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