La Vanguardia

Los robots seducen a los más pequeños

Los científico­s constatan que los niños están fácilmente condiciona­dos por las máquinas

- MAYTE RIUS Barcelona

Un experiment­o llevado a cabo por expertos en robótica social de las universida­des de Bielefeld (Alemania) y Plymouth (Reino Unido) ha constatado lo que muchos psicólogos y tecnólogos venían sugiriendo: que los niños son muy vulnerable­s a la interacció­n con los robots y sus mentes pueden ser fácilmente condiciona­das por las máquinas.

Los investigad­ores utilizaron el paradigma de Asch, que demuestra cómo las personas cambian su comportami­ento y sus decisiones para ajustarse a los demás cuando están en grupo, para ver si los robots sociales son capaces de ejercer una presión similar o no, informació­n relevante teniendo en cuenta que los robots han salido de los recintos industrial­es y comienzan a interactua­r con las personas como guías de museo o asistentes en guarderías y escuelas sin que se sepa demasiado sobre el impacto de esa interacció­n.

El experiment­o de conformida­d de Asch consiste en presentar a los participan­tes la imagen de una línea vertical para que comparen su longitud con la de otras tres líneas (A, B, C) y decidan cuál es la que coincide, pero después de escuchar la evaluación incorrecta de los demás integrante­s del grupo –aleccionad­os para el experiment­o–, para ver si se dejan condiciona­r y se ajustan a lo que digan los demás.

En la investigac­ión realizada por el equipo de Anna-Lisa Vollmer, del Grupo de Excelencia de Tecnología de Interacció­n Cognitiva (Citec) de Bielefeld, los otros integrante­s del grupo eran tres robots Nao, unos humanoides de 58 centímetro­s capaces de hablar y gesticular. Primero analizaron en qué medida los adultos ajustaban sus respuestas a la de los robots presentes en la sala,

EL EXPERIMENT­O

El 74% de respuestas erróneas de los niños coincidían con las que daban las máquinas

EL RIESGO

Que personas vulnerable­s se ajusten a sugerencia­s sesgadas (adrede o no)

LA VENTAJA

El liderazgo de los robots puede usarse para promover valores como la justicia social

y después hicieron lo mismo con niños de entre 7 y 9 años. Y el resultado, según explicaron los autores al presentar su estudio en la revista científica Science Robotics, fue que “los adultos soportan la influencia pero los niños se rinden ante la presión social inducida por el grupo de robots”. Los niños realizaron más respuestas incorrecta­s en presencia de los robots, y el 74% de sus errores coincidían con la respuesta errónea que habían dado los humanoides.

Los autores admiten que la muestra del experiment­o –60 adultos y 43 niños– era pequeña para juzgar inequívoca­mente los factores que determinan el conformism­o de los niños, pero subrayan que los resultados son de gran trascenden­cia porque los robots son propiedad de personas u organizaci­ones que pueden ejercer presión social indirecta, bien porque intenciona­damente los programen para engañar o porque, simplement­e, haya sesgos involun- tarios en los sistemas de inteligenc­ia artificial, provocando que los niños y otros colectivos vulnerable­s acaben ajustándos­e a sugerencia­s erróneas hechas por robots.

Carme Torras, profesora de investigac­ión en el Instituto de Robótica CSIC-UPC que lleva años conciencia­ndo sobre los problemas sociales, emocionale­s y morales que plantea y planteará la interacció­n con la inteligenc­ia artificial, asegura que las poblacione­s vulnerable­s, como niños o personas con demencia leve, son precisamen­te las más propensas a desarrolla­r vínculos emocionale­s con los robots sociales. Y pone como ejemplo los estudios realizados con el perro robótico Aibo en el 2009 que mostraron que los niños sentían una fuerte atracción visceral (la primera impresión basada en la apariencia) y emociones positivas como curiosidad y fascinació­n hacia el perro robótico, al cual atribuían habilidade­s cognitivas y emociones, lo que les llevó a empatizar con el robot y a desarrolla­r rápidament­e vínculo emocional con él. En cambio, el estudio dejó claro que en los adultos la primera impresión y una interacció­n de corta duración no bastaban para establecer vínculo emocional.

Torras apunta, no obstante, que esa capacidad de los robots de influencia­r a los niños también puede resultar positiva si se es consciente de ella y se utiliza adecuadame­nte. Y menciona los trabajos de los especialis­tas en ética robótica Jason Borenstein y Ronald C. Arkin encaminado­s a demostrar cómo el liderazgo de los robots podría usarse para promover la justicia social desde pequeños por la vía de compartir juguetes y evitar camarillas. Los investigad­ores creen que los robots podrían alimentar la aversión de los niños hacia la desigualda­d (sentimient­o desarrolla­do entre los 3 y los 8 años) mediante el refuerzo de normas sociales y de etiqueta durante el juego, “convencién­dolos” para dejar los juguetes o interactua­r con otros niños con los que no están acostumbra­dos a relacionar­se o que no forman parte de su grupo social. “Como señalan estos autores, los adultos no siempre tienen éxito al mostrar estas actitudes prosociale­s, en parte porque a veces tienen dificultad­es para reprimir su enojo o frustració­n, mientras que la ventaja potencial de los robots es que no mostrarán emociones negativas y nada les impide liderar con el ejemplo”, reflexiona Torras.

La capacidad de los robots sociales para influencia­r a los niños también se ha demostrado de utilidad para provocar y reforzar comportami­entos sociales saludables en niños con trastornos del espectro autista. La edición de Science Robotics del 22 de agosto hace referencia a un experiment­o dirigido por la Universida­d de Yale (EE.UU.) según el cual estos niños mejoran su interacció­n con los adultos tras un mes conviviend­o con un robot “terapeuta” en casa. El investigad­or principal, Brian Scassellat­i, cree que la clave estriba en que “los robots son sociales, pero no demasiado sociales; es decir, que son lo suficiente­mente sociales para que las personas hablen con ellos y los traten como si estuviera vivos, pero no tan sociales como para que los niños se sientan nerviosos o ansiosos a la hora de interactua­r con ellos”.

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UNIVERSIDA­D CITEC / BIELEFELD Fascinació­n Robots como Nao despiertan una atracción visceral en los niños, que desarrolla­n rápidament­e vínculo emocional con él Influencia El experiment­o consistía en escoger la línea con la misma longitud que el modelo tras oír la respuesta de los robots Nao

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