La Vanguardia

Zafarranch­o por la vieira

La situación creada por el Brexit enfrenta a decenas de barcos británicos y franceses en el canal de la Mancha

- ÓSCAR CABALLERO

La batalla naval irrumpió la madrugada del martes, en vivo, en la bahía del Sena: 35 traineras francesas cercaron a cinco pesqueros británicos, pero cada uno de 30 metros, cuyos tripulante­s se sintieron descendien­tes de sir Francis Drake. También tenían antepasado­s, vikingos y corsarios, los franceses que se hicieron a la mar desde los puertos de Trouville-sur-Mer (a dos pasos de Deauville), Port-en-Bessin, Ouistreham (zona de producción del calvados), Honfleur y Le Havre.

Los pescadores normandos no salían a ejercer su oficio sino a impedir que lo practicara­n sus vecinos. Según ellos, la vieira que pretendían cobrar los británicos era competenci­a desleal. Culpa del Brexit, que cambió los códigos.

Arsenal francés: granadas de humo y bengalas. Del enemigo: piedras. De ambos bandos: intercambi­o de juramentos, para enriquecer el vocabulari­o mutuo. Único atisbo de modernidad: las cámaras de la televisión regional francesa, France 3, que dieron tonalidad épica al encuentro. También se echó al mar un navío de la prefectura marítima francesa que habría llegado al lugar de los hechos cuando uno de los pesqueros británicos embestía a uno de los 35 arrastrero­s que los rodeaban y rompía el cerco. Retirada estratégic­a para los británicos, huida según los normandos. Lo cierto es que, despechado­s y despescado­s, los británicos regresaron al tajo una hora más tarde.

La ley francesa sólo permite la pesca y venta de la vieira del 1 de octubre al 15 de mayo. Pero esa ley no tiene equivalent­e en la legislació­n británica. Por eso, cada año una negociació­n dejaba a los británicos la zona al norte de una línea imaginaria tendida entre Barfleur (canal de la Mancha) y Cap d’Antifer (Sena Marítimo). Pero en este año de negociacio­nes en Bruselas tal discusión fue postergada. Los normandos temen que el 1 de octubre no les queden moluscos. Y según Dimitri Rogoff, presidente del comité regional de pesca, el problema concierne a 300 traineras. “Y por extensión a 1.200 familias”.

Para quienes ignoren odios seculares de vecindad, los franceses –ranas, porque las comen, según los ingleses– detestan a los roastbeef, como llaman a sus primos enemigos. Enemistad correspond­ida. En cambio, franceses e irlandeses se miran con simpatía. Y hay amistad francoesco­cesa, tal vez porque Francia es

Cada año, ingleses y normandos negocian una línea imaginaria pero esta vez el lío de Bruselas lo paró todo

el primer consumidor de blended y malt whisky. Como todo gourmet francés sabe, Francia, que aprendió con la nouvelle cuisine a comer la vieira cruda o salteada y no bajo capa de pan rallado, la considera uno de sus bivalvos preferidos, junto con las ostras. Y la bahía del Sena, con costas normandas e inglesas, es uno de los yacimiento­s del molusco, al que curiosamen­te Francia llama concha de Santiago (coquille de Saint-Jacques) y España, vieira.

Cuando Gran Bretaña era Europa, el Atlántico era pacífico. Pero el Brexit, con la primera ministra que se marca un baile en Sudáfrica para rubricar que hay vida comercial para el Reino Unido fuera de la UE, ha devuelto la mar a ese estado en el que la legislació­n naufraga.

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REUTERS TV / REUTERS Pesqueros británicos y franceses, en rumbo de colisión en el canal de la Mancha el pasado martes

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