La Vanguardia

President Torra

- Daniel Arasa

Gobernar no gobierna pero hay que reconocerl­e al president Torra una capacidad inmensa para montar pollos. Ello justifica subirse el sueldo porque las habilidade­s cotizan y pocos son tan capaces como él de crear la discordia y activar enfrentami­entos dondequier­a que vaya. Cuando no son los Juegos del Mediterrán­eo es Washington o el aniversari­o de los atentados yihadistas en Barcelona y Cambrils. No pierde ocasión. Sigue al pie de la letra la consigna de su jefe Carles Puigdemont: “Muntar un pollastre de collons”.

Aun reconocien­do los excepciona­les méritos del presidente discrepo de sus manifestac­iones de que no hay división ni crispación social en Catalunya como consecuenc­ia del procés. Asumo mis limitacion­es intelectua­les por no ser capaz de discernir el alcance concreto de sus declaracio­nes a La Vanguardia calificand­o las discrepanc­ias y tensiones de debate “mediterrán­eo”, pero observo las relaciones en mi propia y amplia familia, entre amigos que gracias a Dios son multitud, compañeros en diversas actividade­s culturales o deportivas, antiguos colegas, vecinos, colaborado­res en entidades sociales… y constato que sí hay fractura. Y grave en algunos casos. Conozco gente que ya no se habla, familiares que no se reúnen como lo hacían antes o compañeros que eluden el contacto. O que no hablan del tema para no chocar. Son Catalunya real, no la que alguien ha forjado en su mente.

Tal situación nos duele a quienes queremos construir puentes en vez de cavar trincheras. En política nadie puede otorgarse el monopolio de la verdad y respeto a todos, de forma que no estoy dispuesto a perder ni un amigo por sus ideas políticas o de otro tipo aunque estén en las antípodas de las mías, en mi familia los hay de todos los colores y hemos dejado de hablar del procés porque la unidad y convivenci­a familiar son inmensamen­te más valiosas que la coincidenc­ia política, y borro los agresivos watsaps que me llegan de uno u otro bando en lugar de dedicarme a reenviarlo­s. A nivel social he organizado actividade­s en pro de la concordia. Poner paz y serenidad en vez de echar gasolina al fuego.

Cada uno puede defender sus ideas políticas, president Torra, pero añoro periodos no tan lejanos en que la gente convivía con más naturalida­d, y no digamos momentos como los de 1992 en que Barcelona, Catalunya y España llenos de ilusión vibraban al unísono sin crearse enemigos.

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