La Catalunya heterodoxa
El president de la Generalitat, Quim Torra, ha mantenido este verano una intensa agenda cultural que le ha llevado a participar en diversas fiestas populares de la geografía catalana. Se le ha podido ver en la Fira de la Gamba de Palamós, en el Aplec del Caragol de Lleida, en la Patum de Berga, en un taller de ratafia en Santa Coloma de Farners, en la Fira del Càntir de Argentona o en una caminata desde Gòsol a Josa, donde aprendió a segar con una hoz y a trabajar el mimbre. También estuvo en Talamanca para conmemorar la última victoria de las tropas austracistas sobre las borbónicas en 1714 –los Miquelets– o, más recientemente, en la fiestas de Gràcia, uno de los distritos más independentistas de Barcelona.
En todos estos actos el president parece sentirse muy cómodo y aprovecha para reivindicar el valor de las tradiciones populares como elemento de construcción nacional, lo que resulta revelador de su forma de concebir Catalunya. Las fiestas de los pueblos son en efecto una buena manera de tomarle el pulso a una sociedad. Por eso valdría la pena que Torra siguiera con esta gira tradipop (tradicional y popular) antes de que llegue el “otoño caliente” que promete y no tenga tiempo para actividades
El president Torra podría continuar su gira ‘tradipop’ por las múltiples fiestas mayores que se celebran en el área metropolitana
más mundanas.
En la periferia de Barcelona se suceden estos días diferentes festejos, quizás con manifestaciones populares más heterodoxas que las visitadas hasta la fecha por el president, pero igual de interesantes y descriptivas de la realidad catalana. Hace poco se celebraron, por ejemplo, las fiestas de Ripollet, donde desde hace tiempo se organizan dos actos destacados: un Mercat de la Vinya que recupera la historia vinícola del Vallès Occidental y uno de los festivales flamencos más atractivos de la zona (por cierto, que hay documentadas composiciones flamencas en Catalunya ya en el siglo XIX, una tradición que llega hasta el presente con artistas de proyección internacional como Rosalía –Rosalía Vila, de Sant Esteve Sesrovires–). Cuando pase el candente otoño quizás pueda acercarse al concurso de migas de esta localidad. No es tan conocido como el Aplec del Caragol pero reúne a un buen número de vallesanos y se ha convertido en uno de sus elementos distintivos. Este fin de semana tiene las fiestas de Santa Coloma de Gramenet, donde puede escuchar a un popular artista local, Muchachito, además de la cobla La Principal de la Bisbal; luego llegan las celebraciones de Bellvitge, donde destacan un homenaje al poeta Marcos Ana, una exhibición de bailes típicos de Bolivia, otra de sevillanas y otra de sardanas, o una conferencia sobre la historia de la creación del barrio de La Bomba de L’Hospitalet de Llobregat, donde antes había barracas y ahora un centro comercial.
Esto también es Catalunya.