La dualidad del tutor androide
Los humanoides son muy eficaces en la educación pero su uso plantea dilemas éticos
Los robots sociales son útiles en la educación, son efectivos para mejorar los resultados cognitivos y afectivos y son capaces de obtener resultados similares a los de un tutor humano en tareas concretas”. Esa es la conclusión a la que han llegado destacados expertos en la interacción entre robots sociales y personas de las universidades de Gante (Bélgica), Plymouth (Reino Unido), Yale (Estados Unidos) y Tsukuba (Japón) tras revisar las experiencias de distintos robots sociales en la educación y evaluar cómo su apariencia y comportamiento afectan a los resultados del aprendizaje.
Su informe, publicado a mediados de agosto en Science Robotics, no deja lugar a dudas respecto a la mejora en los niveles de aprendizaje que conlleva el uso de humanoides como tutores educativos, a pesar de reconocer que para que respondan mejor aún falta que la tecnología avance en cuestiones como reconocimiento de voz (para comprender las expresiones verbales de los niños más pequeños) o el procesamiento visual de señales sociales. En su metaanálisis, los investigadores ponen de manifiesto que los robots tienen ventajas sobre los agentes de enseñanza virtuales, a través de pantallas, porque permiten interactuar físicamente y porque tienden a provocar comportamientos sociales de los usuarios, y la interacción social siempre resulta beneficiosa para el aprendizaje.
También constatan como ventaja el poder personalizar el contenido en función del rendimiento de cada estudiante y la capacidad que demuestran los humanoides a la hora de mejorar la concentración, la motivación y el compromiso de los alumnos.
Por otra parte, las investigaciones muestran que los robots no sólo aportan beneficios para el aprendizaje cuando actúan como maestros o tutores, sino también cuando interpretan el papel de alumnos novatos, porque cuando cometen errores los estudiantes asumen entonces el papel de instructores suyos, poniendo a prueba sus propias habilidades y conocimientos.
Pero el informe subraya que, por eficaz que pueda resultar su presencia en las aulas, el despliegue de tutores androides no está exento de problemas y riesgos. De entrada, plantean un desafío logístico y la necesidad de incorporar nuevos materiales para que puedan asumir el currículo escolar. Tampoco está claro si los niños harían el mejor uso de este tipo de ayuda, si la usarían en exceso o, por el contrario, la evitarían y eso se traduciría en un menor aprendizaje.
Y a ello se suman no pocos dilemas éticos. “¿Hasta dónde queremos que la educación de nuestros hijos se delegue en máquinas, en robots sociales? ¿Podrían los robots conducir a una experiencia de aprendizaje empobrecida donde se prioriza lo que es tecnológicamente posible sobre lo que realmente necesita el alumno?”, interpelan los investigadores. “¿Pueden los seres humanos prosperar en compañía de un cuidador no humano? ¿Pueden desarrollarse la empatía y otras emociones en compañía de una máquina?”, añade Carme Torras.
LAS EVIDENCIAS Permiten personalizar la enseñanza, mejoran la concentración y la motivación
LAS DUDAS
¿Pueden los seres humanos desarrollarse en manos de un educador no humano?