Los riesgos de subir el IRPF
LA intención del Gobierno de subir el impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF) a los contribuyentes con mayores ingresos, en el marco de las negociaciones que mantiene con los dirigentes de Unidos Podemos para asegurarse su apoyo parlamentario, es un arma de doble filo. Por una parte puede suponer un aumento de la recaudación, aunque limitado. Pero, por la otra, convertiría este impuesto en un instrumento fiscal aún más confiscatorio para los altos directivos y profesionales, con el riesgo que ello comportaría para el mantenimiento y la captación de talento en los puestos clave de las empresas españolas frente a las de otros países. En el caso de Catalunya, que ya tiene los tipos de IRPF más elevados del Estado, del 48% para las rentas más altas, el problema sería aún mucho mayor.
La propuesta de Unidos Podemos es que suba el IRPF para los contribuyentes que declaran más de 60.000 euros anuales, pero el Gobierno sólo estaría dispuesto a considerar el incremento impositivo a partir de los 150.000 euros. Los técnicos del Ministerio de Hacienda estiman que ello afectaría al 0,46% de los declarantes, unos 90.000 contribuyentes, y supondría una recaudación de 400 millones de euros más al año para una subida de cinco puntos en el tipo marginal. Esta cantidad, sin embargo, se podría triplicar si se optase además por equiparar la tributación de las rentas del ahorro de ese colectivo de contribuyentes con la de la renta general.
Los reiterados mensajes de subidas de impuestos por parte del Gobierno socialista han creado un clima de evidente preocupación ciudadana, tienen un efecto muy negativo sobre la confianza y ello puede acabar afectando al crecimiento de la economía y del empleo. La política fiscal que se define choca radicalmente con las propuestas del PP, que está a favor de bajar los impuestos, siempre que sea posible, para estimular la actividad económica, la creación de empleo y con ello el aumento de la recaudación.
Los problemas del sistema fiscal español no están en el IRPF, cuya subida puede desincentivar el trabajo y el ahorro, sino en los elevados niveles de fraude y de economía sumergida que existen en el conjunto del país y que se encuentran entre los más elevados de Europa. El objetivo de la reforma fiscal no debería centrarse en hacer pagar más a los que ya cumplen con sus obligaciones fiscales, con unos tipos de gravamen en el IRPF que ya son muy elevados, como se pretende ahora, sino en intentar incrementar la base impositiva con nuevos contribuyentes que actualmente son opacos al fisco.