Pionero en política cultural
EDUARD MIRALLES (1961-2018) Gestor cultural
Eduard Miralles fue uno de los pioneros en el tráfico de las probaturas voluntariosas en la formulación de las primeras políticas culturales de la democracia. Habíamos entrado en los ayuntamientos en el año 1979 con el empuje de la insurgencia política y de los movimientos sociales antifranquistas, cargados de ideas y de buenas intenciones. Hicimos un aterrizaje sobre una administración abrupta, nos arremangamos y nos pusimos a la labor. Lo hicimos de todas las maneras imaginables, con aciertos y errores, cada uno a su suerte, en formación dispersa... Había que poner en común, valorar, llegar a unas primeras conclusiones que pudieran erigirse en pautas para una acción pública innovadora y eficiente en el campo de la cultura. Eso es lo que nos propusimos a finales de 1983 en el Àrea de Cultura de la Diputación de Barcelona. Acabaría surgiendo la Oficina del Patrimoni Cultural, con la red de museos y la de archivos; la Oficina de Difusió Artística, y el impulso de la vieja Xarxa de Biblioteques Populars hacia un sistema territorial equilibrado.
1984 fue el año de la inflexión, con la celebración de Interaccció-84, el primer encuentro de agentes culturales, públicos y sociales, de ámbito catalán y español, que tomaría un carácter fundacional. En su clausura anunciamos la creación del Centre d’Estudis y Recursos Culturals (CERC), que adquiriría una intensa y continuada proyección catalana, española e iberoamericana. Eduard Delgado fue el máximo inspirador y el primer director, acompañado de Joaquim Franch, Alfons Martinell y dos jovencitos: Esteve León y Eduard Miralles.
Eduard Miralles venía de dirigir el programa cultural de la Universitat Politècnica. Y del Ayuntamiento de Barcelona, donde había participado activamente, con Delgado, en el impulso de la red de Centres Cívics. En el CERC, Eduard Miralles adquiriría un papel primordial en el impulso de una nueva figura: los planes estratégicos municipales de cultura. Miralles corrió de un municipio al otro, promovió el descubrimiento de las interrelaciones entre artes y vida comunitaria, entre cultura y educación, entre cultura y economía, estimuló la capacidad inventiva local en el diseño de proyectos a la medida de cada realidad y de sus potencialidades.
Desde 1996 hasta el 2004, Eduard Miralles se convertiría en director del CERC. Su capacidad intelectual, su brillante aptitud expositiva, su bondad generosa, le convertirían enseguida en un referente de primer nivel, en Catalunya, en las Españas y las Américas. En 1990 también participaría, de la mano de Eduard Delgado, en la creación de Interarts, en combinación con el Consejo de Europa y con la voluntad de hacer el Observatori Europeu de Polítiques Culturals Urbanes y Regionals, que abordara la relación entre política cultural y desarrollo territorial. Se convertiría en presidente desde el 2008 hasta ahora. Desde esta posición, desarrollaría una decisiva y prestigiosa actividad en el campo de la cooperación cultural internacional.
La historia de las primeras políticas culturales es una asignatura pendiente incomprensible. O comprensible sólo por la falta de cálculo de sus protagonistas, inmersos en una empresa demasiado apasionante y absorbente para dedicar mucho tiempo a dejar constancia formal. Miralles es el paradigma máximo: un gran sabio, una gran persona, clave en tantos proyectos y realizaciones y sin que nadie haya pensado nunca en colgarle ninguna cruz de ningún santo. Ni falta que le hacía. En los cuatro puntos cardinales, entre los que seguimos dentro de la hilera humana, se enciende hoy un inmenso tendido de farolillos.