“El coaching ayuda a potenciar el talento ilimitado propio de los jóvenes”
Con frecuencia, la vuelta al colegio tras las vacaciones de verano supone una angustia para muchos niños y adolescentes. En los últimos años se ha demostrado que el coaching, muy extendido en áreas como la empresa, puede ayudar a reducir ese estrés entre los más jóvenes. Lourdes Pérez Bouton, responsable de Coaching Bouton, lleva varios años especializada en afrontar ese problema. ¿Desde cuándo se dedica al coaching para niños y adolescentes?
Soy licenciada en filosofía y letras, música y hace seis años que me saqué el primer certificado en coaching. Cuando me inicié en este mundo comenzaron a llegarme familias, niños y jóvenes con ciertos problemas, así que decidí especializarme en este área. El coaching está muy implantado en el mundo corporativo, pero en el familiar no es tan habitual.
¿Por qué crea angustia en los adolescentes la vuelta al colegio?
Porque tenemos un sistema educativo que en mi opinión está desfasado. Todo se basa en las notas, en un modelo que no tiene en cuenta otros aspectos que inciden de forma directa en el rendimiento escolar, como la autoestima, el conocimiento de las fortalezas y debilidades de la persona, la confianza en el entorno y la familia… Todo eso es lo que trato en mis sesiones de coaching.
Potenciar los valores del niño…
Exactamente. Los niños y adolescentes tienen un potencial ilimitado. El coaching ayuda a crear relaciones de confianza e intimidad con los hijos para reforzar el vínculo afectivo. La confianza tiene que estar siempre. Es una cuestión de ver el potencial, de valorarlos como seres únicos que son independientemente de cualquier tipo de resultado. Si somos capaces de reconocer y potenciar el talento innato que tiene cada persona, sea cual sea, lograremos avanzar mucho más que centrándonos solamente en las calificaciones académicas. La clave es ayudarles a conectar con su fuerza interior, es ahí donde pueden encontrar la motivación para afrontar cualquier reto.
¿Cuál es la vía para conseguirlo?
Lo más importante es crear un entorno sano a través de conceptos como el reconocimiento, el amor, la intimidad o la confianza. Los padres deben ser capaces de valorar el esfuerzo, pero también el talento y reconocer el ser, todo ese enorme potencial que está deseando salir. Tenemos que demostrar que confiamos en ellos siempre para ayudarle a reforzar sus fortalezas.
Es decir, que es un trabajo no solo con los niños, sino también con las familias.
Así es. Normalmente, un proceso de coaching de este tipo se inicia con tres sesiones familiares y luego con diez con el niño o joven. En estas tres sesiones familiares busco sentar las bases para crear una relación sincera, íntima y basada en el respeto y la confianza entre padres e hijos. Una relación que debe ser bidireccional y que incluye aspectos como la autonomía, la responsabilidad y también los límites. Esos límites que debemos marcar tienen que ver con la prevención de posibles riesgos o comportamientos tóxicos y no con ir todo el día detrás diciéndoles como tienen que hacer las cosas. Luego continuo con el proceso de coaching individual con el joven.
Un proceso que va más allá de la pura vuelta al colegio, ¿no es así?
La adolescencia es la época en que los jóvenes se definen y reafirman como individuos, de modo que el coaching puede ayudarles a canalizar su potencial, sus recursos para construir su autoestima, su identidad en base a sus valores, talentos y fortalezas. Esa visión holística es la que hay que tener en cuenta a la hora de enfocar cada situación concreta. Evidentemente, el colegio es un entorno que marca mucho y con frecuencia veo jóvenes que están muy desmotivados porque sienten que el colegio no les da las herramientas necesarias para afrontar los problemas del día a día. Por eso estoy trabajando con mi compañero Carles Ventura en la edición de un libro que se publicará a final de año y que pretende dar a los coaches las pautas precisas para ayudar a los niños y jóvenes en estos casos.